Mitos y verdades sobre el sexo anal

El estigma social rodea a esta práctica sexual que, además de ser completamente saludable, puede proporcionar mucho placer para los amantes. Desterramos falsas creencias sobre el sexo anal.

Por: Laura Marcos

Es una práctica exclusiva de parejas homosexuales

Un error muy común es asociar esta práctica exclusivamente a las parejas de hombres. No tiene por qué. El sexo anal es una práctica sexual que puede ser muy satisfactoria para ambos sexos.

Es más placentero para ellos que el sexo vaginal

No necesariamente.

Según el sexólogo y antropólogo Carlos Horrillo, el interés masculino por esta práctica puede provenir de un impulso ancestral de «conquistar nuevos territorios» y considera de poca importancia el argumento extendido de que el conducto anal es más estrecho, con lo que proporcionaría una sensación más intensa del placer al varón.

No obstante, la percepción del placer es muy subjetiva.

“Si lo pruebo y me gusta, ¿soy homosexual?”

En absoluto. El disfrute sexual de las prácticas relacionadas con el sexo anal no tiene por qué ir relacionado con la orientación sexual.

Si bien es cierto que los hombres heterosexuales suelen mostrar mucho interés por realizar esta práctica con sus parejas femeninas, esta intención suele manifestarse únicamente cuando el varón es quien penetra a la mujer.

Tal como detalla Horrillo, «existe una creencia o miedo generalizado en muchos hombres heterosexuales, que consiste en: «si lo pruebo y me gusta, significa que soy homosexual». Nada más lejos de la realidad.

Esta creencia, según el experto, responde a un estereotipo cultural.

La estimulación anal debería considerarse una práctica normal para todos los hombres, sea cual sea su orientación sexual.

El punto G masculino

Para Carlos Horrillo, esta zona de la anatomía masculina está «mal llamada» punto G, dado que el placer sexual que se produce durante esta práctica viene dado por la estimulación de la próstata.

Aunque sí que es cierto que este tipo de estimulación es muy placentera para un hombre.

No se puede tener un orgasmo solo con la estimulación de la próstata

No es cierto. Aunque el porcentaje es muy pequeño, sí existe un número considerable de hombres que es capaz de tener un orgasmo, la culminación del placer sexual, solo mediante la estimulación de esta zona.

Sería comparable al porcentaje de mujeres capaces de tener un orgasmo mediante la única estimulación de una zona erógena como los pezones.

No obstante, el orgasmo y la manera de obtenerlo, recuerda Horrillo, son muy subjetivos.

Las mujeres no lo disfrutan

Otro falso mito del sexo anal es considerar que no es una práctica que pueda resultar placentera para la mujer.

Si bien es cierto que la mujer no comparte la anatomía masculina, y no posee una próstata que estimular, no olvidemos que el ano es una zona erógena muy importante en el cuerpo de la mujer, y puede proporcionar sensaciones muy placenteras.

Eso sí, el experto apunta que, en muchas ocasiones, el hombre «olvida» estimular otras zonas erógenas de su compañera, algo que resulta imprescindible para aumentar su excitación y relajación.

Es una práctica ‘sucia’

Evidentemente, se trata de otro mito ligado al estigma cultural del sexo anal. Curiosamente, son las mujeres heterosexuales las que, en muchos casos, se aplican este argumento, evitando así realizar una práctica que puede ser muy satisfactoria para ellas. La clave es, como apunta el experto, «disponer de información suficiente».

En cualquier caso, cada vez son más las mujeres que lo practican sin complejos. Horrillo calcula que la cifra se sitúa en torno al 30% de las mujeres heterosexuales.

Si un hombre heterosexual lo practica ‘pierde su virilidad’

De nuevo, este es un concepto cultural arcaico que nada tiene que ver con la realidad del sexo anal.

Está ligada a la falsa creencia de que es una práctica exclusiva de hombres homosexuales. Por ello, muchos hombres se niegan a atreverse a que sus parejas femeninas les penetren, utilizando el propio dedo o bien juguetes sexuales, evitando explotar así una parte importante de su sexualidad.

Para el sexólogo Carlos Horrillo, «ser penetrado tiene un componente psicológico, emocional y cultural».

Los hombres no pueden estimularse solos

Falso. De hecho, la autoexploración anal puede ser una práctica muy saludable en una rutina de masturbación masculina. Ya sea manualmente o a través de aparatos preparados para este tipo de estimulación, es beneficiosa por dos razones:

La primera y más obvia, porque es una fuente de placer. Y, la segunda, porque puede incluso proteger la salud.

El sexo anal puede prevenir enfermedades

La práctica de cualquier tipo de acto sexual es, de por sí, beneficiosa para la salud. Muchos estudios científicos han demostrado que eyacular a menudo puede proteger frente al cáncer de próstata.

Por otro lado, la autoexploración frecuente permite que los hombres sean conscientes de su anatomía, y ayuda a percibir anomalías y lograr prevenirlas; por ejemplo, una prostatitis.

El experto Carlos Horrillo lamenta que no se difunda la autoexploración masculina para prevenir enfermedades prostáticas igual que se hace con el sexo femenino, por ejemplo, con la autoexploración de los senos.

La primera vez siempre duele

Efectivamente, suele ser así. El ano es un esfínter que, a priori, no está habituado a ser penetrado, por lo que es normal que la primera vez que se realiza sexo anal resulte dolorosa, y es así para la mayoría de las personas, según el sexólogo Carlos Horrillo.

Para disfrutar del sexo anal, la relajación y la excitación sexual son imprescindibles.

«El dolor disminuye y el placer aumenta con la práctica, especialmente si existe un componente emocional en la relación sexual», apunta.

Requiere mucha higiene

Cierto. El recto es un canal de desecho del cuerpo humano, por lo que, lógicamente, es recomendable procurar una correcta higiene del mismo antes del sexo para garantizar una experiencia satisfactoria.

Es imprescindible lubricar la zona

Así es. Tal como recuerda Carlos Horrillo, el ano es un esfínter que «no se dilata igual que una vagina», una creencia errónea muy común a la hora de mantener este tipo de relación sexual.

Para disfrutar de una relación sexual anal satisfactoria, y evitar provocar dolor y daños innecesarios, es importante disponer de un buen lubricante, y, como describe Carlos Horrillo, «paciencia y cariño».

El sexo anal transmite más infecciones

No necesariamente. En cualquier tipo de práctica sexual es vital una protección adecuada frente a Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). El preservativo es imprescindible.

Cuando se practica sexo anal sin preservativo, se corre el riesgo de contraer infecciones del tracto urinario; en los hombres, porque el conducto rectal está plagado de bacterias de tipo E. coli, que son las que provocan esta infección.

Las mujeres también corren riesgo de contraer una infección de orina cuando se da un tipo de situación muy frecuente: penetrar la vagina después de haber realizado sexo anal.

Como describe Horrillo, de manera muy coloquial, «cuando se utiliza la puerta de atrás no se vuelva a la puerta principal»; al menos, no sin antes haber lavado correctamente el pene, o bien haber colocado un nuevo preservativo.

Por su parte, el Virus del Papiloma Humano y otras enfermedades como la sífilis o la gonorrea presentan el mismo riesgo de contagio en el sexo anal que en cualquier otra práctica sexual, siempre que se realice correctamente.

El SIDA se contagia más a través del sexo anal

No es bueno señalar esta práctica como única vía de contagio, dado que esto contribuye a estigmatizarla y, aún más importante, a las personas que la practican.

Lo que sí es cierto es que el VIH se transmite normalmente a través de la sangre, o la sangre con otros fluidos (aunque también puede contraerse mediante mucosas).

Durante el sexo anal puede darse la situación de que se produzca un desgarro o leves microfisuras, debido a que el ano debe hacer un «esfuerzo». Si esto se produce, puede haber un contacto del pene con la sangre de la pareja y, de existir la infección, transmitirse más fácilmente.

Es importante recordar aquí que poseer en el organismo el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) no significa necesariamente desarrollar la enfermedad del SIDA.

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