Curiosidades de la reina Isabel: Una bolsa de sangre, un cajero automático particular y otras cosas

Con 93 años, Isabel II es la monarca más longeva del mundo. También se ha convertido en soberana con el reinado más largo de la historia, desde 1953 hasta la actualidad. En 2015, superó a su propia tatarabuela, la reina Victoria (1837-1901). Y esos casi 70 años de realeza están repletos de curiosidades.

Pertenecer a una familia real es, quizás, un gran privilegio, pero nada comparado con ser la propia reina. Aunque todos los gobernantes y monarcas del mundo tendrán sus facilidades, Isabel II siempre nos llama la atención. Sputnik te cuenta algunos de sus insólitos poderes (y deberes).

Viajar sin pasaporte

Si eres de los que olvida el pasaporte antes de un vuelo, imagina lo bien que te vendría este privilegio. Un ciudadano común podría perder todo el dinero del boleto con este contratiempo, pero en el caso de la reina se puede hacer la salvedad ya que los reyes no requieren este tipo de identificación.

Esto conlleva otras facilidades como no hacer nunca una fila de inmigración, ni chequear sus pertenencias. Allá donde vaya siempre será bienvenida. 

Conducir sin licencia

Este es otro documento que Isabel II no necesita, puede conducir sin licencia y hasta infringir todas las reglas del tránsito que ningún policía se atrevería pararla. Por supuesto, esto no quiere decir que sea mala conductora; de hecho, conduce desde 1945, cuando todavía no era reina y por eso tiene licencia de conducción.

Aunque el protocolo establece que viaje con chofer, a la soberana le gusta practicar sus habilidades al volante en Windsor, próximo a Londres, donde suele hacerlo también sin cinturón de seguridad para que, en caso de emergencia, pueda salir del vehículo sin complicaciones. 

No obstante, esta excepción de las normativas de tránsito se aplica también para otros ciudadanos comunes de Reino Unido, ya sea por una enfermedad o si trabajan como policías y bomberos, según informa el sitio Auto Europe.

¿Su propia raza de perros?

La reina Isabel II es amante de los animales, especialmente de los perros corgis, una raza de los que se estima ha tenido más de 30 en su residencia oficial. Su amor por las mascotas no tiene límites, lo que la llevó a crear una nueva raza de canes:  los «dorgi».

Así nombró la reina a los descendientes del cruce de una de sus mascotas con el perro dachshund de su hermana, la princesa Margarita, explicó la revista Hola. 

Un poeta personal

La popular monarca tiene sastres, cocineros, jardineros y decoradores a su servicio, pero lo más increíble de todo es que también tiene a su propio poeta. Se trata de Carol Ann Duffy, la poetisa oficial de la reina desde 2009, cuando se convirtió en la primera mujer, la primera escocesa y la primera persona abiertamente homosexual en asumir este cargo.​ 

Jamás será juzgada en una Corte

Otro de los privilegios de los que disfruta esta soberana, como muchos monarcas, es que nunca tendrá que responder ante la Justicia. Sería la excepción de la frase «todos somos iguales ante la ley», una expresión de la democracia que la monarquía parece desechar para proteger a los soberanos.

Asimismo, goza del privilegio de que su información personal y todos sus datos están bien resguardados y no se incluyen dentro de las leyes de transparencia ciudadana.

Un cajero personal

Tener dinero en efectivo nunca será un problema para Isabel II. El banco inglés Coutts instaló en 2001 un cajero automático en el sótano del Palacio de Buckingham, para que la monarca pudiera revisar su cuenta y extraer billetes a cualquier hora desde la comodidad de su hogar. 

La reina, si quisiera, podría ir en pijamas a recoger su dinero y alistar su billetera a media noche sin preocupación, una facilidad que no pocos le envidian.

Libre de impuestos

Y por si fuera poco, Isabel II tampoco tiene que pagar impuestos en su propio país, un beneficio que se extiende a otros miembros de la realeza y que también es típico de las monarquías del mundo.

No obstante, la reina de Inglaterra cumple de manera voluntaria con parte importante de las obligaciones tributarias dispuestas para el resto de los mortales, como un gesto de transparencia y para evitar la indignación ciudadana.

Bolsas con su propia sangre

El equipo médico que vela por la salud de la reina siempre carga con bolsas de su propia sangre para asistirla ante cualquier emergencia en sus viajes por el mundo. Además, no solo lo hace con Isabel II sino también con su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo.

 La reina también viaja con su médico privado y tiene a su disposición todo un equipamiento que incluye, además de estetoscopio y medidor de presión, un desfibrilador portátil, entre otras herramientas dignas de una sala de emergencias.


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