Se intensifica el fuego amigo republicano contra Trump

El partido en el poder, cada vez con más grietas y deserciones

Trump intercambia fuego amigo con poderosa cúpula republicana

Cabilderos inundan el Senado de EU con la misión de salvar el TLCAN

David Brooks
Corresponsal La Jornada
Nueva York.- El día del presidente empezó como casi siempre, con insultos, pero lo extraordinario es que fue la prolongación de una batalla de fuego amigo, o sea, entre supuestos aliados, que, más allá de perjudicar su agenda política común, está provocando cada vez más grietas y hasta deserciones dentro del partido en el poder.

Esta mañana, el poderoso senador republicano Bob Corker, presidente del Comité de Relaciones Exteriores, quien desde que anunció que no buscará la relección se ha vuelto cada vez más crítico del presidente al que hasta hace poco apoyó, comentó en entrevista con NBC que el país está más cerca a la guerra con Corea del Norte como resultado de los intentos del presidente de minar las negociaciones diplomáticas del secretario de Estado, Rex Tillerson.

Trump respondió poco después con un tuit en el que acusa a Corker de ayudar a Barack Obama en el acuerdo con Irán, y en el que asegura que el senador es alguien que ahora no podría ser electo ni a un puesto municipal menor, que se opone a la reducción de impuestos (la gran prioridad de la cúpula republicana y del presidente), que su decisión de no buscar la relección es porque él rehusó apoyarlo, y que es incompetente.

Corker respondió en otro tuit: las mismas no verdades de un presidente absolutamente no verídico y el hashtag #AlertTheDayCareStaff”, o alerten al equipo de la guardería(Corker, hace unos días en otro feroz intercambio, dijo que la Casa Blanca de Trump se había vuelto una guardería para adultos. Poco más tarde, el senador comentó en CNN que Trump será recordado en la historia por degradar a la nación.

Todo esto ocurrió poco antes de que Trump acudiera a una comida con toda la bancada republicana del Senado en el Capitolio para abordar la agenda legislativa del partido. La prioridad por ahora es la promoción de legislación para imponer un recorte de impuestos, lo cual esperan será el primer gran triunfo legislativo de los republicanos este año, a pesar de tener control de ambas cámaras del Congreso y la Casa Blanca durante los recientes nueve meses.

Mientras el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, escoltaba a Trump por los pasillos del Capitolio hacia la comida, un manifestante arrojó banderas rusas con el rostro del jefe de la Casa Blanca, y gritó Trump es traición.

Poco después de la comida, donde Corker y Trump aparentemente no intercambiaron palabras, Floyd Flake, otro senador republicano, declaró que dejará de buscar la relección en 2018 (igual que Corker), señalando que la decisión fue por el clima político y las condiciones dentro de su partido con Trump.

Mientras la noticia sorprendía a Washington –Flake ha sido un conservador tradicional clave en promover propuestas bipartidistas de reforma migratoria y comercio– el senador explicaba su decisión ante el pleno del Senado: tenemos que dejar de pretender que la degradación de nuestra política y la conducta de algunos en nuestra rama ejecutiva es normal. No lo es.

Invitó a sus colegas a frenar a Trump, sin mencionar su nombre: “Es momento para que nuestra complicidad y nuestro acomodo a lo inaceptable llegue a su fin (…) Hay momentos en los cuales tenemos que arriesgar nuestras carreras en favor de nuestros principios. Ahora es tal momento”.

Flake, en contraste con Corker, ha sido crítico de Trump desde que fue candidato, provocando su ira cuando lo calificó de amenaza para el partido el año pasado. Este martes comentó al Arizona Republic que podría no haber lugar para un republicano como yo en el Partido Republicano actual. Trump apoya a los contrincantes ultraderechistas de Flake en Arizona.

Por cierto, el otro senador por Arizona, John McCain, de nuevo intercambió fuego con el presidente en días recientes, denunciando el nacionalismo espurio de Trump y advirtiendo que con ello Estados Unidos estaba cediendo el papel de líder mundial que había ocupado por casi tres cuartos de siglo. Otro veterano republicano que, sin mencionar nombres, recientemente hizo eco de estas críticas contra Trump, fue el ex presidente republicano George W. Bush.

Corker y Flake se suman a un grupo creciente de republicanos que, en gran medida por el clima general generado por Trump, ha decidido no continuar en el Congreso. Varios representantes han anunciado que no buscarán la relección, incluyendo los de estados claves del mapa electoral, como Michigan, Pennsylvania y Florida.

Aunque muchos, y tal vez la mayoría de legisladores republicanos, están de acuerdo en general con las críticas a Trump de Corker y Flake, así como a su liderazgo, muchos de ellos aparentemente están dispuestos a quedarse callados para tratar de conseguir sus objetivos con o a pesar del presidente, lo cual incluye el recorte de impuestos, el desmantelamiento de regulaciones y normas sobre empresas y bancos, revertir derechos civiles de mujeres y minorías, entre otras cosas.

Pero esa cúpula política también está preocupada por las divisiones en temas como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), parte de una agenda de comercio libre tradicionalmente apoyada por los republicanos. Este martes la Cámara de Comercio de Estados Unidos y otras agrupaciones empresariales inundaron al Senado con más de 125 cabilderos con la misión de visitar a cada uno de los 100 senadores con el mismo mensaje: salvar el TLCAN.

Casi todos los días es así, otro día normal en la era Trump, pero todos están intentando calcular el daño político de tanto fuego amigo sobre el futuro del Partido Republicano, el cual por ahora controla Washington.

Mientras procede esta coreografía extraña en la cúpula, la mayoría del pueblo que supuestamente representan los reprueba a todos: Trump sigue con una tasa de aprobación de 39.5 por ciento; el Congreso es aprobado con 12.8, según los cálculos del promedio de las principales encuestas más recientes de Real Clear Politics. Según una encuesta de AP-NORC, sólo 24 por ciento de los estadunidenses cree que el país avanza en la dirección correcta.

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