El COVID-19 asesta un golpe histórico al crecimiento chino

La epidemia de COVID-19 supuso un frenazo inédito para el crecimiento chino: el PIB se desplomó un 6,8% en el primer trimestre, su peor resultado desde el final de la era maoísta.

La cifra del PIB de China suscita interés debido al peso del país en la economía global.

«La contracción real en el primer trimestre es sin duda bastante mayor de lo que sugieren las cifras (oficiales)», estima el economista Ting Lu, del banco de inversión Nomura.

Esta caída es menos pronunciada que la previsión de un grupo de analistas consultados por la AFP (-8,2%).

Sin embargo es el peor resultado desde que comenzaron las publicaciones trimestrales del PIB al comienzo de los años 1990. En el último trimestre de 2019, el crecimiento fue del 6% interanual.

En términos anuales, China no ha experimentado una contracción del PIB desde 1976.

El resultado del primer trimestre era muy esperado, porque China fue el primer país en ser golpeado por el nuevo coronavirus, a finales de 2019.

En un esfuerzo por frenar la propagación del virus, que ha causado oficialmente más de 4.600 muertos en el país, China ha adoptado medidas de confinamiento sin precedentes a finales de enero que han paralizado la actividad. Actualmente se reanuda progresivamente.

Pero en plena propagación del virus en todo el mundo, China «se enfrenta a nuevas dificultades y desafíos para reiniciar la actividad y la producción», reconoció ante la prensa un portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas, Mao Shengyong.

Pese a la mejora de las condiciones sanitarias en las últimas semanas, cientos de millones de chinos siguen limitando sus desplazamientos por miedo a contraer el nuevo coronavirus.

Este contexto ha afectado al consumo.

– En apuros –

Peor aún fue la caída de las ventas al por menor, pilar del consumo -sobre el que Pekín quiere cimentar el nuevo modelo económico chino y que será clave en la recuperación poscoronavirus-, del 19 %. Como era de esperar, los productos que mejor resistieron fueron los alimentarios y farmacéuticos.

En estos datos de ventas también destaca el papel del comercio electrónico, que ‘solo’ cayó un 0,8 % interanual y que, de hecho, atrajo casi un 40 % más de inversión en este período en el que cientos de millones de chinos prácticamente no salieron de sus casas.

La producción industrial sin embargo sólo ha caído el 1,1% (en comparación con -13,5% en enero y febrero) lo que deja entrever una reactivación de la actividad en el país.

Por su parte, la inversión en activos fijos en la segunda economía mundial cayó un 16,1% en los tres primeros meses del año (frente al -24,5% en la última publicación).

Entre abril y junio se prevé que China vuelva al crecimiento tras registrar en el primer trimestre su «desaceleración más severa desde la revolución cultural», que terminó en 1976, considera el analista Julian Evans-Pritchard, del gabinete Capital Economics.

Esto no significa que sus problemas vayan a terminarse. Las dificultades incluso se intensificarán, apunta Evans-Pritchard: aumento del desempleo, demanda interna débil y condiciones económicas difíciles en el extranjero, que conducirán a una caída de las exportaciones, un motor de la economía china.

Como los principales socios comerciales de Pekín sufren de lleno la epidemia, las ventas de China al extranjero cayeron de nuevo en marzo un 6,6% en ritmo anual, según las cifras publicadas por las Aduanas.

Esta contracción es menos pronunciada que la de enero-febrero acumulados (-17,2%).

– ¿Mejora el año que viene? –

Las bolsas asiáticas no sufrieron por las noticias chinas y terminaron la semana en alza. Shanghai subió 0,66%, Tokio, 3,15% y Hong Kong, 1,6%.

Las cifras de marzo parecen indicar que para la economía china «lo peor ya ha pasado», pero la recuperación será larga, advierte Evans-Pritchard.

Sobre todo porque la pandemia ha debilitado a las pequeñas y medianas empresas privadas, las más dinámicas en términos de empleo. Al menos 460.000 de ellas han cerrado en el primer trimestre, señala el gabinete Trivium China.

La tasa de desempleo se mantuvo elevada en marzo (5,9%), después de un máximo histórico en febrero (6,2%), un indicador que sólo tiene en cuenta la situación en las zonas urbanas.

«La presión sobre el empleo se acentúa», estima Ting Lu. Los líderes comunistas siguen muy de cerca este criterio, por ser clave para la estabilidad social.

Como resultado, Pekín anunció varias medidas fiscales para las pymes y bajó los tipos de interés para incentivar a los bancos a prestar más a estas empresas.

En Wuhan, cuna del coronavirus y donde recientemente se levantó la cuarentena, se distribuirán bonos de compra por 70 millones de dólares (65 millones de euros) a partir del domingo para apoyar el consumo, indicó la agencia oficial China Nueva.

Pero para los analistas estas medidas son insuficientes y se necesita un paquete de estímulo para sostener la economía. Una opción que Pekín parece descartar en momentos en que el país quiere sanear las finanzas.

Pekín reconoce que la recuperación no solo depende de su buen hacer, y que la propagación mundial de la pandemia generará una inestabilidad económica global a la que China no puede hacer oídos sordos.

Para Capital Economics, todo indica que “lo peor ya ha pasado” para la economía china, aunque advierte de que la recuperación será “poco impresionante”: “Tras un repunte inicial después de que se relajasen las medidas de contención (de la enfermedad), la recuperación de la actividad se ha desacelerado hasta ir a paso de tortuga”.

Y es que, si el coronavirus daña las principales economías mundiales y en esos países los confinamientos generalizados provocan un desplome de la demanda, las exportaciones chinas sufrirán. Esta semana ya se divulgó que las ventas al exterior habían caído un 11,4 % interanual en el primer trimestre, aunque en los últimos años Pekín ha ido reduciendo su dependencia de las exportaciones.

A la posible crisis de la demanda externa, advierten desde la firma de análisis Oxford Economics, se suma la del consumo nacional, afectado por factores ya citados como el aumento del desempleo y la reducción de los ingresos, así como por el miedo a un rebrote del virus.

En sus últimas previsiones, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó el martes que espera un crecimiento «moderado» del 1,2% este año, antes de un aumento al 9,2% el próximo año una vez que se recupere la economía mundial.

AFP y EFE

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