China cultiva sus futuros campeones desde preescolar

Con la cabeza mojada por el sudor, una clase de pequeños Lionel Messi se entrena en una escuela de preescolar de Shanghai, rodeada de grandes rascacielos.

Sin saberlo, representan la esperanza del presidente Xi Jinping de transformar China en una gran nación de fútbol de aquí a 2050.

Con una sola participación en un Mundial y una poco honorable 74ª plaza de la clasificación FIFA, el gigante asiático está lejos de las potencias en esta disciplina.

Para cambiar las cosas, Pekín invirtió masivamente estos últimos años en el fútbol escolar y aficionado. Y para cultivar los campeones del mañana, el régimen comunista anunció en marzo un programa piloto de centros preescolares especializados en el fútbol, para decenas de miles de jóvenes.

En el centro de preescolar Kangcheng de Shanghai, 23 jugadores de seis y siete años, entre los mejores de su edad, se reencuentran dos veces por semana en torno a un balón.

En otros establecimientos de la ciudad, niños practican fútbol desde que tienen tres años, asegura el presidente de la Federación de Fútbol de Shanghai, Zhu Guanghu, que hace de la pelota una prioridad para los niños, incluidas las chicas.

«Los niños de tres años que saben andar y saben conducir el balón pueden jugar al fútbol», señala, mientras un entrenador silba el inicio de un ejercicio.

«Es muy importante que adquieran las bases desde su edad más temprana», señala.

– Falta de jugadores de calidad –

Vestidos con camisetas amarillas, los niños juegan la mayor parte del tiempo solos con un balón.

En el programa, no hay pases, entradas a contrarios o disparos, sino ejercicios de control del balón, con los dos pies y regates.

Al final del entrenamiento, los futuros campeones alternan los movimientos de pie izquierdo y derecho, por encima del balón, pero sin tocarlo, un gesto efectuado a gran velocidad por Messi para dejar atrás a sus rivales.

El padre del pequeño Wang Zhilin, de siete años, no juega al fútbol, pero pone todas sus esperanzas en su hijo.

«Quiere que yo juegue en el Shanghai SIPG», el club campeón de la Super League china, confía el pequeño, con la frente llena de sudor.

En algunos años, Wang Zhilin levantará tal vez la Copa del Mundo para China. Pero el camino es todavía largo.

El país asiático solo participó una vez en el Mundial de fútbol, en 2002, y perdió todos sus partidos sin haber podido marcar un gol.

Pese a sus 1.400 millones de habitantes, a China le faltan cruelmente jugadores de calidad. Y apuesta por un entrenador extranjero para salir de la sombra: un tal Marcello Lippi, vencedor del Mundial-2006 con Italia, colocado a finales de mayo al frente del equipo nacional chino.

– «Una disciplina esencial» –

Para encontrar jugadores, un proyecto piloto de enseñanza del fútbol en centros preescolares «de cada provincia» del país fue anunciada a principios de año por el ministerio de Educación.

En el centro preescolar Kangcheng, el fútbol es enseñado desde hace dos años. Es practicado por 30 niños de los 580 que cuenta el establecimiento.

«No tenemos suficiente tiempo ni personal, es solo por tanto un club pequeño por el momento», afirma Xu Rong, la directora.

Haciéndose eco del presidente de la federación local, considera que la práctica del fútbol tiene varias virtudes pedagógicas, como que hace que los niños estén más atentos en las clases y que les permite afirmarse en un grupo.

«Siempre he pensado que el fútbol es una disciplina esencial», añade Zhu.

AFP

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