Verte envejecer

Víctor Elías Aquino

¡Ay, Ay, Ay! Son sólo tres lamentos que salen del corazón, a los que agrego la frase del cantautor español Alejandro Sans, “me duele tanto”.  Es real, lo veo en tus ojos, los años pasan y pesan, en cada paso  lento, en cada esfuerzo por seguir adelante.

Después de verte escribir como lo hacías, navegar con brújula propia por los linderos de la filosofía y tocar con delicadez y profundidad las conceptualizaciones en tu obra Del ser al infinito, un manual sobre la interioridad del ser humano y las proyecciones del ser humano, me convenzo  de lo finito que somos.

Bebiste en las grandes fuentes, te alimentaste como  ávido lector y escribiste poemas excelsos que, a  más de uno pusieron a viajar en  el tiempo y el espacio; pero de esas cumbres por la edad también se llega al tedio, al cansancio humano.

Pero,  no conforme contigo, no te quedaste ahí sembraste árboles, escribiste otros cuatro libros; en uno de ellos se hace un recuento de la historia universal y de los avances científicos logrados hasta el momento de su publicación, esa obra se llama, Evolución del Pensamiento Social. Esas  obras salieron de la pluma de Luis B. Gómez Fermín.

Sacaste tiempo del tiempo, entre tus estudios de agronomía y la vida laboral. “El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos”, de la mano de japoneses trabajaste en la creación de variedades de arroz para este país, y ya casi no quieres comer arroz.

Pero tu historia tiene muchos capítulos, te enlistaste en los que defendieron la Constitución y las leyes durante la revuelta cívica de 1965, y llegaste a ser el custodio del depósito de armas en la Zona Colonial.

Ya no es abril, no brincas, no saltas, andas con un bastón, y estoy contigo en este tránsito del tiempo y del espacio. “Mi guerra no fue tu guerra, yo no estuve ahí, pero  me  lo has dicho tantas veces  que si fuera otro te creyera. Es que no somos contemporáneos tú y yo, pero ya no voy a pelear con tu  memoria que arrancó en el año de 1943 del siglo pasado.

Evocas aquel abril como si fuera ayer, “eso fue hace más de 50 años, te veo  como que viajas cuando te quedas en silencio y sonríes no sé por qué cosa, y me digo para mis adentros estás  lejano-cerca.

A veces te veo reír, solo Dios sabe de qué, parece que tus tristezas las dejas para las noches, cuando no hay testigos, y yo me he ido de tu casa.

No estás solo, tienes tu bastón, aunque a veces no es suficiente, pero yo también estoy contigo.

Seguiremos peleando, como rivales; pero solo de mentiritas, en la mesa del dominó. El 90 por ciento de las veces ganas tú, y el día que yo te gane una partida tampoco lo recordarás…

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