¿Se repetirá la historia?

Rafael Chaljub Mejía

El doctor Leonel Fernández, político con luces, tendrá sus informaciones y sus motivos para celebrar como triunfo lo que aparenta ser una victoria más del presidente Medina en la lucha interna entre peledeístas.

Las primarias abiertas que Fernández rechazó por meses han sido aprobadas por voto unánime en el partido morado, por acuerdo entre esos dos grandes rivales.

El regocijo de Leonel me recuerda un episodio antecedente. En las elecciones de 1994 la Junta Central Electoral le dio una ventaja de treinta y tres mil votos al presidente Balaguer, recalcitrante candidato reeleccionista.

El doctor Peña Gómez, candidato presidencial del Acuerdo de Santo Domingo, alegó fraude y las evidencias fueron abrumadoras. El país se sumergió en la crisis. Peña había dicho una y otra vez que no negociaría con Balaguer.

El doctor Balaguer está acostumbrado a robarse las elecciones cada cuatro años, pero conmigo va a terminar ese juego, dijo textualmente Peña Gómez. Pero al fin cedió, el 9 de septiembre se firmó el Pacto por la Democracia. Quedó prohibida la reelección, recortado a un año y medio el período presidencial de Balaguer.

Nuevas elecciones el 16 de noviembre de 1995 y la transmisión de mando sería el 27 de febrero de 1996. Peña, cándidamente satisfecho, habló desde el Palacio Nacional, alabó el coraje y el desprendimiento de Balaguer, y cerró su discurso con un angelical: Dios lo bendiga, señor presidente.

Pero cuando las capitulaciones fueron enviadas al Congreso Nacional para ser refrendadas, los reformistas y los peledeístas, firmantes solemnes del acuerdo original, presentaron un texto diferente.

En vez de año y medio, le asignaron dos a Balaguer, el cuarenta por ciento necesario para ganar en primera vuelta, como había sido aprobado, lo aumentaron al cincuenta más uno y como en un cuadro político dominado por tres fuerzas mayoritarias ningún partido podía sacar ese porcentaje, la segunda vuelta resultaba inevitable y así, desde el mismo instante en que Peña celebraba como un triunfo aquel pacto engañoso, su destino político quedó a merced del previsible pacto entre reformistas y peledeístas que, suscrito y verificado el 6 de junio de 1996, cerró para siempre las puertas de la presidencia que aquel líder pretendía.

Fernández, que llegó a presidente, como consecuencia ulterior de aquellas maniobras, celebra hoy su acuerdo con Medina y me viene al recuerdo, con él ahora en franca desventaja, esto que acabo de contarles.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

2 × tres =