¿Qué debe hacer PDVSA ante la guerra decretada por EEUU?

José Negrón Valera

A diferencia del caso iraquí o libio, no hubo necesidad de que las fuerzas de operaciones especiales de la OTAN se desplegaran en el terreno para vulnerar la industria petrolera venezolana.

Solo bastó caracterizar su naturaleza, discernir sus puntos de apoyo y azuzar sus incoherencias internas para hacer que se desplomara una de las empresas petroleras más importantes del mundo.

En los dos últimos meses las medidas de presión decretadas por Washington, han abarcado la imposición de sanciones contra barcos que transportan crudo producido por la estatal petrolera, así como la amenaza a cualquier entidad transnacional que negocie cualquier tipo de contrato comercial con la empresa venezolana.

Para el experto petrolero Jonny Hidalgo, autor del libro El planteamiento estratégico de Petrocaribe las restricciones impuestas por Estados Unidos a través de las Órdenes Ejecutivas (Executive Orders) «están redactadas de manera muy confusa», lo que genera una suerte de «terrorismo contra las empresas del sector petrolero», quienes prefieren abstenerse de establecer relaciones con PDVSA, o pena de ser atacadas por Estados Unidos.

Estas acciones obstaculizan el pago a proveedores, al no poder canalizar transacciones financieras a través del sistema bancario internacional, monopolizado por la banca estadounidense. Además que boicotean las operaciones de cobranza, lo cual a juicio de Hidalgo «afecta en especial a los acuerdos de cooperación energética como los suscritos con China, con Rusia, Petrocaribe y otros».

Pero además de bloquear el ingreso de divisas, las restricciones impulsadas por Trump buscan implosionar la estrategia geopolítica de integración regional y alianzas estratégicas emprendidas por la Revolución Bolivariana.

“Hay países de Petrocaribe, por ejemplo, que no realizan pedidos de hidrocarburos a PDVSA porque no conocen el mecanismo de pago que pueden utilizar”, añade el experto.

Vladimir Adrianza, profesor en geopolítica y relaciones internacionales, considera que estas acciones coercitivas unilaterales, «mal conocidas como sanciones», pueden ser sorteadas por PDVSA, siempre y cuando la propia industria genere los equipamientos que requiere para su actividad; y además se combata «con todos los recursos al alcance del Estado venezolano, la corrupción interna».

Para Adrianza, las dificultades de PDVSA, no obstante, deben servir como una oportunidad para que la industria petrolera nacional jamás repita los errores del pasado. Pone como ejemplo la compra de la empresa Citgo durante los años noventa.

«Dicha inversión resultó a la larga un pésimo negocio para la industria, tanto desde la perspectiva económico-financiera como desde el ejercicio de las soberanía sobre esos activos venezolanos en el exterior. Vale decir que el Presidente Comandante Hugo Chávez, así lo dejó ver en el 2004, cuando envió a Félix Rodríguez a revisar las operaciones de Citgo y su bajo rendimiento financiero. La compra de Citgo, ha representado, probablemente, el mayor financiamiento que un país del tercer mundo ha dado al hegemón mundial, lo cual, es inaceptable desde cualquier punto de vista» concluye.

En esta misma línea, Hidalgo considera que no es propiamente PDVSA quien tiene que hacer frente a las sanciones, sino el Estado venezolano. La razón es que no estaríamos hablando de circunstancias pasajeras sino de vulnerabilidades estructurales que no han sido resueltas en el tiempo. Por tanto, a juicio del experto, «cualquier medida o maniobra que PDVSA asuma por su cuenta [y ya ha asumido varias para sortear los impactos de las sanciones], se agotará».

«PDVSA tiene un alto potencial para incrementar su Valor Agregado Nacional y esto es necesario acometerlo. PDVSA compra en el exterior muchísimos insumos que pueden producirse en el país. Pero otra vez, en este caso el Estado debe facilitar el emprendimiento en el sector conexo a la industria petrolera. Es un asunto de Estado» concluye.

​El talento humano: un asunto a atender

Ambos analistas coinciden en que si existe un área de gran fragilidad y poco atendida en la industria petrolera venezolana, es precisamente la referida a los trabajadores que laboran en PDVSA.

Sin datos oficiales, pero con la comprobación in situ de las cada vez mayores deserciones en todas las áreas técnicas y administrativas. Hidalgo alerta a quienes tienen responsabilidades administrativas sobre «la fuga de talento y mano de obra calificada«.

«Es conocido por todos que la deserción de mano de obra es una situación preocupante. Para resolverlo es necesario mitigar las causas por las cuales el personal abandona PDVSA, a saber: la remuneración salarial es extremadamente baja y se carece de desarrollo profesional, pues poco se invierte en formación y no se asciende por méritos, por lo que el personal con liderazgo, experiencia y conocimiento debe entrenar a sus propios jefes. Esto hace que PDVSA no sea competitiva ante cualquier empresa petrolera, incluidas aquellas que son muchísimo más pequeñas que ella. Aunque se ha ido un personal importante, también es cierto que queda mucho personal valioso que debe ser aprovechado».

La semana pasada, el propio Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) organizó un foro llamado ‘Propuestas para la industria petrolera venezolana’ en la que el experto David Paravisini habló sobre la situación de los trabajadores en dicha institución, sin los cuales «no hay recuperación de la producción petrolera».

Paravisini, quien es también diputado de la Asamblea Constituyente, refirió que el Plan Estratégico Socialista, un documento de elaboración colectiva que se suponía que iba a servir como brújula técnica y política para la recuperación de la industria, se encuentra «engavetado».

El experto fue más allá en sus planteamientos y denuncias. En especial, al apuntar a los proyectos gasíferos a los cuales desde el año 2007 se han dado millonarios recursos que no han producido los resultados esperados.

«Se han gastado 15.000 millones de dólares en un proyecto y no ha llegado una molécula de gas al territorio. Allí hay trabajadores y trabajadoras que han visto y participado en ese proyecto y no han podido hacer nada porque ponen en peligro sus vidas. No es exageración. Son estos negocios de tal cantidad, son mafias que están dispuestas por las ganancias que hay, a matar a la gente. Es una situación de terror dentro de PDVSA. Esta información la saben los compañeros y compañeras que trabajan allí», destacó Paravisini.

¿Abandonar la faja y mirar de nuevo a los crudos livianos?

Una mirada que genera mucho debate acerca del camino que debe emprender PDVSA en las actuales circunstancias, fue planteada por el profesor universitario y experto petrolero Carlos Mendoza Potellá.

En el mismo foro en el que compartió tribuna con Paravisini, Potellá consideró la necesidad de dejar la Faja Petrolífera del Orinoco en un segundo plano y dedicarse a explotar los campos tradicionales donde se podría, según sus cálculos, producir dos millones de barriles diarios en las próximas dos o tres décadas.

«Como primera opción deberíamos ponernos a estudiar los campos petroleros y pozos dos y tres. No quiere decir que los 13 mil campos en capacidad de producir lo van a hacer, hay que ver cuáles son los más rentables y cuáles se van a cerrar. Hay que tomar esa decisión política, privilegiar esa inversión antes que seguir rompiéndonos la cabeza», destacó.

El rol de Rusia y China

Vladimir Adrianza destaca el papel de Rusia como un factor de equilibrio en el mercado petrolero, en especial por su papel en la OPEP+. A juicio del experto en el área geopolítica, Venezuela es un aliado necesario e imprescindible para los intereses de tales potencias en la América Latina y de allí, la necesidad de evitar que el Estado venezolano sucumba ante el bloqueo impuesto por EEUU.

Para Jonny Hidalgo, China y Rusia entienden que las sanciones que impone EEUU en contra de Venezuela también tienen que ver con ellos, pues forman parte importante de la reconfiguración del orden mundial.

«Limitar la producción de hidrocarburos en Venezuela implica debilitar el posicionamiento de Rusia y China en Latinoamérica, al tiempo que se abren mercados al petróleo de esquisto que produce EEUU, dándole a ese país mayor posicionamiento geoestratégico en otras partes del mundo. Así, la mejor opción para China y Rusia es cooperar con Venezuela para fortalecer su industria petrolera», concluye.


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