Placa radiográfica de Daniel el Travieso

Por Roberto Rímoli                      

Toda acción resultante de un error expresa una voluntad oculta.”

                                                    SIGMUND FREUD

Cuando la conducta y la comunicación descendente son muy reiterativas y se mixtura con mentiras que luego se descubren y el público las constata, emerge en la percepción de las masas efectos que crean sospecha a todo candidato o jefe de Estado implicado en este tipo de conducta.

Este efecto se acentúa más cuando aparecen otros rollos peores. Debido en parte a ese error, la comunicación del gobierno comenzó a flaquear, a cojear y el presidente a gaguear y utilizar la mentira como un soporte de mecanismo de defensa de racionalización, cuando la corrupción desde diferentes ángulos también comenzó a desgastar el gobierno, y por ende, al presidente, siempre carente de argumentos y de muy poca verbalidad.

Un ejemplo de este efecto es que a quien se le descubre que robó o permitió robar, nuestra mente lo registrará siempre robando por más conferencias que dicte, o bien vestido se presente. Es como el niño que ingenuamente sorprende a sus padres teniendo sexo –“experiencia primitiva” según Freud- lo marca de por vida. Eso ha sucedido con el expresidente Danilo Medina Sánchez.

Para remate, hace unas semanas la encargada del almacén de la Procuraduría General de la República, Rainery Elisabeth Medina Sánchez, sustrajo más de 700 televisores y un montón de abanicos de esa entidad -hecha presa- termina de masacrar la maltrecha imagen del expresidente Medina y de los hermanos de éste, acusados de robo al Estado dominicano.

Siempre queda comprobado que a un candidato o presidente corrupto, quienes lo siguen es porque sus simpatizantes saben que es fácil conseguir otra vez prebendas, y ellos mismos al tener esa imagen de su jefe, optan por recurrir al silencio porque saben lo que les significa. De seguro que muchos candidatos no se vislumbran en ese pasadizo, pero el espectador con conocimientos de lo que es el comportamiento sí puede darse cuenta mediante su prisma del observador.

He dicho en varias oportunidades que “cuando observamos que un jefe de Estado designa a un funcionario en una posición de poder a sabiendas de su fama de corrupto, es porque consciente o inconscientemente se identifica con su patrón de conducta.” Los ejemplos sobran ante los ojos de los curiosos.

Eso lo vemos nosotros los psicólogos de la comunicación, y es muy posible que no lo sepa o no se hayan dado cuenta una gran mayoría de los políticos por su adicción a la buena vida, las riquezas desmesuradas que ostentan, la enfermedad del poder y a la poca monta cultural de la mayoría, que ocupa más de la mitad de su diario vivir.

Danilo Medina cae en esa clasificación, aunque haya sido presidente, sea “economista de papeles” y quiera demostrar lo contrario. Al parecer, por coincidencias de la vida, se identificó con posición de liderazgo de Max Weber –por cierto, muy mal empleada por él, al mantener una distancia muy prolongada con su pueblo- muy por el contrario, a lo que han hecho otros gobernantes. En ese sentido, cuando llegó la hora de promover a su Penco en plena campaña electoral, muchos lo vieron como un oportunista más. Encima de eso parco de gestos, mentiroso, corto de palabras, solitario, inculto, cuasi analfabeto, mala dicción, pasivo-agresivo, hipócrita, cobarde, vengativo, indiferente ante el reclamo de las mayorías y teatral; cualidades éstas de las que debe huir cualquier político.

Tanto es así, que la compensación de Danilo para mitigar su soledad era la de acompañarse de un séquito de aduladores todas las semanas en las visitas sorpresas por el interior del país, que nada resolvían, sólo para en el fondo hacer sus relaciones públicas y disimulada campaña electorera durante ocho años, sin que importara los desmesurados gastos que acarreaba su presencia en perjuicio del pueblo: 60 millones de pesos anuales.

Posiblemente, él pensará que la gente olvidaría todo el daño que le hizo al país y trate en vano de rehabilitar su imagen monga, carente de vitalidad. Aunque le reconocemos que es portador de una astucia y un tigueraje increíbles, que traducido al estilo del famoso pelotero norteamericano Lou Brock, quien era capaz de robarse hasta el home ante la presencia del mejor catcher, como bien lo maquinó contra la jueza Miriam Germán Brito, al usar de parapeto al exprocurador Jean Alain Rodríguez y otros personajes funestos que ese día lo apandillaron para interrogar a la jueza.

Es tanta la soledad, la cobardía y la contradicción de Danilo, que una vez en una alocución dijo que él caminaría como los demás ciudadanos por la calle, y resultó ser lo contrario: se marchó a La Romana porque no aguantaba vivir en su casa de Los Cacicazgos, posiblemente por temor de agresión o desoír los gritos angustiados y el sonar de calderos de amas de casa de su entorno. Si él quiere demostrar que es Danilo Medina, lo invito a que solo o acompañado se dé una vueltecita por la calle El Conde. Es tan cobarde, que ahora recurre a optar como diputado por el Parlamento Centro Americano (PARLACEN) con la finalidad de evadir la justicia.

A Danilo siempre lo veía en los años 70 y cerca de mi casa, en el balcón del desaparecido Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO) ubicado en la Padre Billini esquina Palo Hincado, del cual era miembro. Siempre miraba hacia arriba y muchas veces con la mano derecha tocando su barbilla, lo que se interpreta como un signo de pocas luces.

Lo volví a ver a comienzo de los ochenta en INTEC y la conducta de su accionar siempre fue la misma. Lo que nos deja entrever, si hacemos un paralelo psicológico, que es muy difícil un cambio por más que él diga lo contrario, sobre todo, si quiere cambiar la hermenéutica del PLD, cuando faltó a su palabra de que al menor rumor de la ciudadanía iba meter preso a cualquiera. El resultado fue que todos sus funcionarios salieron hechos unos tutumpotes y al final de la falsa nos salió con que dizque nadie quiso cooperar con la campaña de Gonzalo Terrero (El Penco), cuando en verdad y mediante el personaje barrió con las arcas del Estado.

Muchos políticos han salido gatos “menos él”, dijo una senadora de Dajabón, y semanas después de ganar las elecciones dijo en una entrevista en la radio: “yo sí se cómo ganó el mío…” Luego de transcurrido un largo tiempo se supo que “el mío” recibió 50 millones de pesos en una caja de zapatos en la avenida Sarasota -según César Emilio Peralta (El Abusador)-, debido a que Hipólito Mejía le llevaba un montón de puntos en las elecciones de 2012. Según César El Abusador sus chicos filmaron la escena, y el propio Abusador entregó el video a las autoridades internacionales.  

Encima de eso se supo, que a los 17 negocios de César El Abusador nunca se les cobró impuestos durante sus dos mandatos. Yo me pregunto: ¿Es un santo confiable?, ¿Son creíbles sus palabras futuras? ¿La gente no lo percibe como un mitómano? ¿Por qué no ganó su alter ego?

Para muestra vale un botón, cuando en plena campaña de 2012 el valiente y decente profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, director del Departamento de Tesis de esa alta casa de estudios, Prof. Génove Gneco, denunció que el entonces candidato a la presidencia de la república no era ingeniero químico ni egresado de la UASD, algo que constaté cuando recibí esos documentos.

De inmediato, al poquito rato el título de Ing. Químico que durante más de 30 años ostentó Danilo Medina había sido borrado de la red social Facebook. A partir de ahí fue tanto el estoicismo y la rabia que desplazó ante tal frustración, que a la UASD nunca le aumentó un centavo a su presupuesto. Volvió a repetir su odio el día de la toma de posesión de Luis Abinader al decir que el Covid-19 se lo impedía, cuando en plena pandemia-campaña se abrazaba con Gonzalo Castillo (EL PENCO).

Danilo Medina ha sido el presidente más subrepticio e hipócrita que ha parido República Dominicana.

El autor es psicólogo clínico y de la comunicación

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