Ojalá que la Policía…

Sara Pérez

Ojalá que finalmente la indispensable reforma se haga (si no calculo mal, el cardenal López Rodríguez pasó no menos de medio siglo presidiendo una comisión con el mismo objetivo y recibiendo fondos y traficando con influencias desde esa posición) de la mejor manera posible y que se ejecute de forma pertinente, desmantelando las mafias internas, que quien dirija.

La Policía deje de ser un capo, que recibe millones en sobornos mensualmente -según denunció uno de ellos mismos en una ocasión- y que muchos agentes se vean impedidos de fungir de forma sistemática como delincuentes y que ser un matarife, carnicero y psicópata, abusador y estúpido dejen de ser condiciones para una carrera exitosa.

Ojalá que se le ponga coto al gatillerismo alegre y al implante de pruebas falsas, que la institución deje de ser la ejecutora de la política pública implícita consistente en enfrentar la delincuencia desarrapada con el exterminio físico de jóvenes marginados, que se profesionalice y retribuya dignamente ese oficio, tan frecuentemente truculento…

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