Malas noticias para Trump: el nuevo presidente sudcoreano puede hacer la paz con Norcorea

Bajo la lupa
Por Alfredo Jalife-Rahme
La vez anterior aduje sobre el contencioso nuclear coreano que, “sin contar el factor ruso que ha irrumpido en la ecuación de la península coreana, Trump ha conseguido en apariencia haber tensado las relaciones entre China y su aliado Norcorea. Pero más vale esperar el resultado de la elección presidencial en Sudcorea el 9 de mayo (https://goo.gl/klciLY)”.

Se cumplió el plazo y el apabullante triunfo de Moon Jae-in (MJi), hijo de un refugiado norcoreano y abogado especialista en derechos humanos del Partido Liberal Democrático (PLD) –relegado del poder en la década pasada–, es susceptible de trastocar la correlación de fuerzas en la península coreana.

Si bien es cierto que los sucesivos presidentes de Estados Unidos –los Bush (padre e hijo), Obama y ahora Trump– habían empeorado las negociaciones con Norcorea, que habían logrado en forma creativa los presidentes Carter y Clinton, también lo es que el cambio turbulento de presidentes en Sudcorea había empantanado al borde del precipicio la compleja situación en la península coreana.

Sudcorea pasó de la década de 1998 a 2008 con las administraciones del PLD, más favorable a una negociación con Norcorea, a la otra reciente década aciaga de los conservadores más bélicos frente a Pyongyang.

En Norcorea ya se olían el triunfo del favorito MJi y un día antes de su elección habían hecho un llamado a sus hermanos raciales, que no ideológicos, para “finiquitar las tensiones (https://goo.gl/O2Nh20)”.

En efecto, los bélicos grupos conservadores de Sudcorea –con su anterior presidenta Park Geun-hye defenestrada y encarcelada por megacorrupción con el conglomerado trasnacional Chaebol, lo cual alcanzó hasta la dinastía de los dueños de Samsung cada vez más en problemas materiales y espirituales– han mantenido un estado de guerra con Norcorea, a diferencia de la política más amigable, que inicia con la “política radiante solar (sunshine policy)” del PLD, encabezada por su Premio Nobel de la Paz de 2000, Kim Dae Jung: su primer presidente católico (sic).

Por cierto, la política hostil de EU hacia Norcorea coincidió con la década del gobierno de los pugnaces conservadores en Seúl.

Antes de la elección, su presidente triunfador MJi se había opuesto al despliegue del escudo misilístico balístico de EU (THAAD, por sus siglas en inglés) y apoyaba un abordaje diplomático con el fin de amainar las asfixiantes sanciones contra Norcorea.

Existe una tendencia exógena, casi determinista/fatalista, para no decir escatológica, que asevera que sólo un acuerdo entre EU y China –postura a la que curiosamente se han ceñido los halcones de Washington y que pasa por la venta de Pyongyang por Beijing a cambio de los espejitos mercantilistas de Trump– puede resolver el contencioso de la península coreana, lo cual desdeña tanto la ineludible colaboración de Rusia, que ostenta 18 kilómetros de frontera con Norcorea, como, más lejanamente, la de Japón, que se ha consagrado en atizar el fuego por encomienda de EU, como s no incumbiera nada al inorte ni al sur de la península.

Ahora este seudoaxioma puede resultar fallido con el advenimiento del nuevo presidente sudcoreano MJi, quien podría distender la escalada nuclear en la península debido a tres factores: 1. Su cercanía emocional con Norcorea; 2. Su escepticismo sobre el despliegue hostil del THAAD de EU y que parece más bien dirigido contra China y Rusia (fronteras respectivas con Norcorea); y 3. El choque mercantil con la administración Trump debido al déficit comercial: situación parecida con la del “México neoliberal itamita”.

Liu Jianxi, del portal chino Global Times, pregunta si el flamante presidente sudcoreano “reparará su relación con China (https://goo.gl/UkkFIc)”, cuyo barómetro, a mi juicio, será el devenir del despliegue del THAAD.

La elección de MJi representó un triple referéndum: contra el THAAD y la dinastía bélica de los Park (que inició con el golpe militar de 1961), y en favor de la pacificación de la península coreana.

Un obstáculo de las relaciones entre Seúl y Washington radica en el reparto de los costos del despliegue del sistema THAAD, que oscila entre 800 a mil 600 millones de dólares y que Trump desea que lo pague Sudcorea: situación similar a la del Muro Trump con el “México neoliberal itamita”.

Al Washington Post (WP), portavoz del establishment, no se le escapa que el nuevo presidente se encuentra cauteloso (sic) de EU y desea promover lazos más cálidos (sic) con Norcorea abriendo un “nuevo y potencialmente difícil (sic) capítulo en sus relaciones con Washington (https://goo.gl/GiqHXR)”.

WP comenta que MJi ha prometido reanudar las negociaciones con Norcorea, que incluye la reapertura del parque industrial Kaesong (donde los norcoreanos trabajaron en empresas propiedad de las trasnacionales sudcoreanas del Chaebol) que canaliza su liquidez pecuniaria a Pyongyang.

WP vaticina que no habrá una escisión seria con EU, pese a que cambiará el tono de la relación.

El nuevo presidente ha prometido reforzar las regulaciones sobre el Chaebol, así como disminuir la profunda disparidad entre ricos y pobres que se acentuó con los conservadores.

Uno de los escollos del flamante presidente radica en que no cuenta con mayoría en el parlamento de 300 diputados, donde el PLD sólo ostenta 119 escaños, lo cual dificultará la adopción de medidas apremiantes contra la desatada descomposición gubernamental coludida con el omnipotente Chaebol.

WP resalta que Mji, de 64 años, está dispuesto a viajar a Pyongyang a entrevistarse con Kim Jong un, de 33 años, si ello ayuda a resolver el problema nuclear. También desea regresar a la política del sol radiante del PLD que curiosamente inició en 1997 mucho antes que Norcorea hubiera probado cualquier capacidad nuclear.

MJi proviene del linaje del PLD e inició su carrera política como jefe de gabinete con su colega abogado, luego electo presidente, Roh Moon-Hyun. Luego Roh se suicidó debido a lo que Moon cataloga como un asesinato político por acusaciones de corrupción, cuando todavía existía la vergüenza en la clase política.

La política del sol radiante ha sido el vector conductor del PLD desde Roh pasando por el presidente Nobel de la Paz, Kim Dae-Jung, hasta MJi.

NYT cita a David Straub, anterior director de los asuntos coreanos en el Departamento de Estado, quien advirtió de graves (sic) diferencias políticas entre los presidentes de EU y Sudcorea sobre Norcorea, lo cual pudiera desembocar en una “significativa insatisfacción popular cada vez mayor con EU en Sudcorea (https://goo.gl/KB2pjh)”.

En contraste a EU, China esta(rá) satisfecha con la elección, lo cual le quitará las fuertes presiones de Trump para ser más dura con Norcorea.

MJi ha sentenciado que Sudcorea debe aprender a decir no a EU, aunque su acercamiento con Norcorea se manifestará en el marco de la alianza de seguridad que mantiene con EU (de seis décadas).

MJi es un convencido de la reunificación y sueña regresar con su madre de 90 años de edad a su ciudad natal de Norcorea donde, en caso de la anhelada reunificación, se pudiera retirar como abogado.

www.alfredojalife.com

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