La sociedad del “selfie” y el video

Por Celedonio Jiménez

El escritor y filósofo israelí Yuval N,Harari hace culto a la vanidad de buena parte de la humanidad, señalando en sus voluminosos libros “Sapiens, de animales a dioses” que el “proyecto principal de la revolución científica es dar a la humanidad la vida eterna” (2014, Pág. 297), o afirmando en “Homo Deus, que “es probable que los próximos objetivos de la humanidad sean la inmortalidad, la felicidad y la divinidad” (2018, Pág. 32).

No obstante, en una dirección diferente a la visión archi-optimista de Harari, encontramos autores que nos dejan ver ya a través de los títulos de sus libros, sus puntos de vista distintos: “La sociedad del riesgo (U.Beck, 1998); “Un mundo desbocado” (A.Giddens, 2000); “Tiempos líquidos” (Z.Bauman, 2017) y “La sociedad de la decepción” (G.Lipovetsky, 2008).

En la actualidad vivimos el llamado “mundo–consumo” (porque supuestamente uno es lo que consume), el mundo en que se dan proyectos hacia el turismo espacial, aún cuando ello sea un nuevo elemento para ampliar los daños ecológicos que tan pronunciadamente hoy experimentamos.

Asistimos a un mundo con una gran inclinación y gusto por la novedad y por el lujo, por la distinción personal y por el deseo de ser reconocido o mirado. Junto a lo anterior, vivimos la prevalencia de la moda, lo que es equivalente a decir que vivimos su despotismo.

De igual manera podemos decir que vivimos la sociedad del “selfie” (expresión de un individualismo y narcisismo en que deseamos vernos o mirarnos a nosotros mismos o junto a otros) y la sociedad del video ( en que se sueña con filmar lo inaudito, en que se desea captar personas asesinadas o en riesgo de muerte, así como graves accidentados.

Siendo triste el caso de que por filmar se abandona o retrasa la asistencia a la persona en problema o accidentada).
Todas estas manifestaciones son, a nuestro modo de ver, expresiones de un gran vacío en nuestra sociedad y en la humanidad, y de una fuerte desensibilización en una parte importante de nuestra juventud.

Frente a estas aciagas circunstancias creo que es necesario promover nuevas y sanas pasiones en el hombre y la mujer dominicanos; pasiones en torno a la literatura, el arte , la ciencia, el deporte, lo ético, lo espiritual y trascendente.

Es natural, sin embargo, que para que estas pasiones puedan prender, se necesita promover valores que propendan al desarrollo humano y social, así como enfrentar un mal como la desigualdad socio-económica, factor que no nos cansaremos de decir que es necesario enfrentar y corregir para alcanzar la seguridad ciudadana.

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