La crisis de Qatar lleva a un cambio en las alianzas en Oriente Medio

M K Bhadrakumar

Cuatro días han pasado desde los atentados terroristas de Teherán e Irán ha eliminado a los terroristas que tomaron parte en ellos y al cerebro de los atentados, que tuvieron lugar poco después de las amenazas del segundo príncipe heredero y ministro de Defensa de Arabia Saudí, Muhammad bin Salman, y de su ministro de Exteriores, Abed al Yubair, contra Irán.

Irán, sin embargo, no se ha precipitado a la hora de reaccionar contra los patrocinadores de los atentados teniendo en cuenta la crisis generada por el conflicto entre Arabia Saudí y Qatar, que viene a sumarse al incremento de las tensiones dentro de Bahrein y de la provincia del Este de Arabia Saudí y a la continuación de la guerra en Yemen.

Estos hechos han coincidido también con la firma el pasado sábado de un acuerdo entre Irán y Boeing, la empresa aeronáutica norteamericana, para la compra de 30 aviones de pasajeros por parte de Irán con un valor de 3.000 millones de dólares y con una opción de compra de otros 30 aparatos posteriormente.

De este modo, Teherán acumula la presión sobre la Administración Trump porque Boeing tiene la necesidad de la aprobación del Tesoro de EEUU para el acuerdo con Irán. Cabe señalar que Washington está obligado a dar a la luz verde a la transacción en base al acuerdo nuclear firmado con Irán. En otras palabras, Teherán espera atraer a EEUU a un proceso de relaciones económicas que se reforzarán y se expandirán progresivamente, lo cual contribuirá a hacer descarrilar el plan saudo-israelí que consiste en incitar a una confrontación entre EEUU e Irán.

Irán genera, pues, oportunidades de exportación para las empresas estadounidenses. Esto representa un potencial de creación de miles de empleos para la economía de EEUU, lo cual irónicamente supone, por otra parte, un ejemplo de aplicación del modelo “EEUU Primero” promovido por el Presidente Donald Trump. Ésta es una formula ganadora para ambos países porque Irán tiene igualmente necesidad de inversiones y de capitales occidentales, en particular para el desarrollo de la industria petrolífera. Esto sin contar que sí las empresas norteamericanas comienzan a operar en el mercado iraní, este hecho daría también un impulso a las empresas europeas para hacer lo mismo.

Dicho esto, la política regional de Irán continúa en la buena vía, sean cuales sean la táctica y la retórica de la Administración Trump para mantener la presión. Irán ha logrado una victoria importante durante el pasado fin de semana cuando las tropas gubernamentales sirias y sus aliados, apoyados por Teherán, alcanzaron el punto de paso estratégico de Al Tanf, en la frontera iraquí. El paso hacia Deir Ezzor de los militantes apoyados por EEUU en el sur de Siria ha quedado cortado.

Durante este tiempo, Teherán ha restablecido sus contactos de alto nivel con los dirigentes de Hamas. El sábado, Hamas anunció que una delegación dirigida por su nuevo jefe, Ismail Haniyeh, que ha reemplazado recientemente a Jalid Meshaal, visitará la capital iraní con el fin de reforzar los vínculos con Irán, que sufrieron una dura prueba después de la partida en 2011 de Meshaal de Damasco, donde había residido durante varios años, para ir a Doha (Qatar), lo cual supuso una forma de mostrar el apoyo a la postura de Turquía y Qatar en la crisis siria.

La reunión de los dirigentes de Hamas en Teherán es muy importante puesto que la organización palestina es una emanación de los Hermanos Musulmanes y Qatar está bajo presión de Arabia Saudí para que rompa sus relaciones con ambos. El encuentro tendrá lugar en el marco del apoyo de Irán a Qatar en su disputa con Arabia Saudí y ambos hechos refuerzan también la relación de Irán con Turquía. El presidente Recept Tayyip Erdogan continúa apoyando a Hamas, a los Hermanos Musulmanes y a Qatar.

Por otro lado, la reanudación de las relaciones entre Irán y Hamas ejerce una presión sobre Arabia Saudí e Israel en un momento en el que el nivel de entendimiento mutuo entre Riad y Tel Aviv ha aumentado en estos últimos tiempos sobre el trasfondo de la política de la Administración Trump, que busca promover activamente la idea de una normalización árabe-israelí, a la que se oponen los pueblos de la región.

La tesis de Jared Kushner (el yerno judío ortodoxo de Trump y su principal consejero en política exterior) es la de una paz “que venga del exterior”, es decir, la firma de tratados de paz entre los estados árabes e Israel para generar una buena voluntad y nuevas relaciones diplomáticas, lo que, según él, contribuiría a hacer progresar el arreglo palestino-israelí en lugar del enfoque tradicional de buscar la paz mediante negociaciones que “partan del interior” y que da la prioridad al logro de un acuerdo palestino-israelí.

La visita de Trump a Riad el pasado mes fue llevada a cabo a demanda de Israel, que ha creado la narrativa de que puede crearse una alianza entre las monarquías árabes del Golfo y la entidad sionista en base a su común hostilidad hacia Irán. Por supuesto, el cálculo israelí no es el mismo que afirma la teoría de Kushner. Para Israel, los posibles tratados de paz con los regímenes del Golfo (modelados en base a los existentes con Egipto o Jordania) acabarían por convertir la causa palestina en obsoleta y levantarían o suavizarían la presión sobre Israel para que ponga fin a la ocupación y devuelva los derechos a los palestinos, incluyendo la creación de un estado palestino independiente.

De manera significativa, al comentar la próxima visita del líder de Hamas, Haniyeh, a Teherán, el influyente diario Tehran Times escribe lo siguiente:

“Mientras que la crisis siria creó un foso entre Irán y Turquía a partir de 2011, la crisis de Qatar les ha llevado a una alianza que algunos creen que representa la mejor oportunidad para recomponer sus relaciones. Turquía e Irán apoyan a Qatar y a Hamas”.

De este modo, la aproximación entre Irán y Hamas y entre Turquía e Irán podría dar al traste con los planes israelíes (elaborados por Kushner y Jason Greenblatt, otro judío ortodoxo asociado a la organización de Trump. Los tres países -Qatar, Turquía e Irán- creen que la nueva ofensiva norteamericano-israelo-saudí contra el “terrorismo” es la metáfora de un asalto total contra los Hermanos Musulmanes, para etiquetar a este movimiento como “terrorista” y llevar a Hamas a un aislamiento y destruir el movimiento de resistencia palestino de una vez y por todas.

Lo que es seguro es que Turquía e Irán han tomado nota de que el Oriente Medio musulmán ha mostrado su rechazo a unirse al frente anti-Qatar promovido por Arabia Saudí -incluyendo Jordania, que se ha limitado a una decisión cosmética de rebajar el nivel de relaciones con Qatar, y Marruecos, que ha ofrecido ayuda alimenticia a Qatar y cuyos ulemas han condenado el bloqueo contra ese país-. Irán, Turquía, Iraq, Líbano, Kuwait, Omán, Argelia, Sudán y Túnez se han disociado de la estrategia saudí, lo que ha servido para poner de relieve la falta de influencia real del régimen saudí en la región. Turquía ha rechazado el embargo saudí contra Qatar y enviará tropas a proteger al emirato.

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