Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
Hace un mes abordé el exhorto de Trump para un G-3 nuclear de Estados Unidos (EU), Rusia y China, y que ahora vuelve a empujar espectacularmente (https://bit.ly/2VgHfOo).
Se escenificó una inesperada convergencia de los líderes demócratas en el Congreso con Trump para invertir 2 billones de dólares en infraestructura que tanto requiere EU, coincidentemente en la misma semana de la visita del mandatario de Norcorea, Kim Jong Un, al zar Vlady Putin (https://bit.ly/2J27GAT) y a la segunda cumbre de la Ruta de la Seda en Pekín, donde brillaron el mandarín Xi y su homólogo ruso (https://bit.ly/2IZRwXI).
El común denominador de la Ruta de la Seda china y del diálogo entre los líderes demócratas y Trump es la infraestructura (30/4/19; https://cnb.cx/2GSUjRg).
Justamente tres días después del diálogo convergente sobre infraestructura en EU, Trump volvió a la carga –mediante una sorprendente llamada telefónica de hora y media a su homólogo ruso– para conseguir un acuerdo nuclear con Rusia y China, y así cesar tanto dispendio armamentista.
Trump comentó que la charla con Putin fue larga y muy buena reiterando que era conveniente arreglarse con Rusia y China, lo cual intentó ser descarrilado con la cacería de brujas de la ridícula trama rusa (que tuvo su grotesca parodia en México con la conspirativa Operación Berlín; https://bit.ly/2UrdBVm).
Con la espada de Damocles de una recesión que puede afectar la relección de Trump (https://bit.ly/2WiEjND), su administración no puede sostener dos colosales dispendios al mismo tiempo: o se decide por la infraestructura, u opta por una demencial carrera armamentista contra sus rivales geoestratégicos Rusia y China (http://bit.ly/2Dd93JR).
El Washington Post asevera que quizá se caiga el proyecto bipartidista de infraestructura en EU cuando el propio jefe de gabinete del presidente comenta adentro y afuera de la administración que el esfuerzo es muy costoso e improbable para tener éxito, lo cual exhibe también resistencias pecuniarias de algunos pesos pesados del Partido Republicano (https://wapo.st/2WpmY5I).
Cerrar la cuadratura del círculo no será sencillo y el mismo Trump lo resumió en un tuit al criticar “el dispendio bélico de 7 billones de dólares en Medio-Oriente en los pasados 19 años (https://bit.ly/2vEOjoC)”. ¡Demencial!
A sabiendas de la panoplia hipersónica militar de Rusia y el avance tecnológico de China, pareciera que Trump prefiere diluir el vino bélico de la economía de guerra del complejo militar-industrial.
Lo más relevante en el ámbito geoestratégico versó sobre la propuesta de Trump de extender el acuerdo existente del control de armas nucleares entre EU y Rusia –el nuevo Start que expira en 2021– a uno nuevo que involucre a China.
Trump deja atrás la inexistente colusión rusa, maquinada a los dos lados del Atlántico, e intenta reparar las relaciones con Rusia, lo cual no será nada fácil. Los temas abordados fueron el comercio, Venezuela, Ucrania, Norcorea y el control de armas nucleares, además de la trama rusa. Trump concluyó que el diálogo con Putin había sido “muy productivo (https://bit.ly/2JlEgga)”.
El muy influyente portal ruso Sputnik rememora que el mes pasado Trump había indicado su intención de negociar un acuerdo mayor de control de armas nucleares con Rusia y China, mientras Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, confirmó que la charla había durado casi hora y media y que luego aportaría mayores detalles al respecto, cuando todavía en Moscú no digieren el retiro unilateral de Trump del acuerdo sobre las armas nucleares intermedias (https://bit.ly/2BCI5sH) ni aceptan el despliegue de los sistemas misilísticos de defensa de EU a lo largo de las fronteras de Rusia, lo cual revive la guerra de las galaxias y su carrera armamentista (https://bit.ly/2LoIiaj).
De tres cosas una: Trump gana tiempo, engaña o es sincero.
En caso de darse un plausible acuerdo G-3 nuclear de EU/Rusia/China, se asentarían las bases del nuevo orden tripolar geoestratégico en lo que queda del siglo XXI.