Kamala Harris: de ‘mesiánica’, a ser calificada de ‘matona’

Por Javier Benítez

De ser una elegida bajada del cielo, posible primera mujer –y multiétnica– presidenta de EEUU en 2024, a ser denunciada de ‘matona’, de hacer ‘bullying’ y ‘destructora de almas’. Se trata del recorrido realizado por la actual vicepresidenta del país norteamericano, Kamala Harris. Y todo en menos de diez meses en el cargo.

Montaña rusa en la Casa Blanca

La luna de miel llegó mucho antes de las ‘nupcias’ de la vicepresidenta con su actual cargo. En ese ‘vender la piel del oso antes de cazarlo’, se enmarcó la denominación como Personas del Año a Joe Biden y Kamala Harris por parte de la revista Time. Algo que tuvo lugar el 11 de diciembre de 2020, más de un mes antes de la asunción de ambos de sus respectivos cargos en la Casa Blanca.

Pero curiosamente, y como para ir haciendo boca, y con la sensación de dar por buenas esas versiones que hablan sobre el preocupante estado de salud, sobre todo mental de Biden, justo una semana antes, el 4 de diciembre de 2020, el presidente de EEUU era entrevistado por el periodista Jake Tapper de la CNN, donde, quizá por eso de su estado de salud mental, se le escapó su línea maestra que entonces tenía trazada para Harris, proyectándola ya como su sucesora ‘natural’, ya fuera dentro de esta misma legislatura, como para su postulación y posible elección como presidenta para 2024.

«Cuando estemos en desacuerdo, será como hasta ahora ha sido y como hicimos Barack y yo. Lo haremos en privado. Ella dirá que deberíamos hacer A, B, C o D. Y yo diré que me gusta A, no me gusta B y C. Y como le dije a Barack, desarrollaré alguna enfermedad y renunciaré si tengo desacuerdos con Kamala, basados en algún principio moral», contestó Biden a una de las preguntas de Tapper. Si tiene dos patas, y hace ‘cuac’, seguro que es un pato.

Entonces llegó el 20 de enero, y más, y todo eran loas para esa mujer empoderada, primera vicepresidenta de EEUU, carismática de puertas afuera, y para mejor, con ascendencia multiétnica: afroamericana e india. El banquete estaba servido. Y entonces comenzaron a llegar esos titulares pomposos de medios de comunicación occidentales progresistas, auténtica maquinaria pro demócrata.

«Kamala Harris, la vicepresidenta que rompe techos de cristal», o «Kamala Harris, el poder tiene nombre de mujer», fueron algunos titulares en plena asunción. Mientras, en mayo la cosa iba a mejor: «Kamala Harris, el poder en la sombra», titulaba un periódico.

«Kamala Harris era la gran esperanza de la izquierda mundial. Pero hay que preguntarse: ¿de qué izquierda? ¿De la izquierda obrera? ¿De la izquierda proletaria? ¿De la izquierda de los pobres, o quizá de la izquierda que representa a sectores más de clase media o de clase alta?», se pregunta el Dr. en Sociología Sergio Fernández Riquelme.

«Desde el análisis politológico y sociológico, pues [Kamala Harris] representa una figura atractiva para que el sistema globalista y su capitalismo inclusivo siga mandando, eso sí, con rostros más bonitos, con palabras más bonitas, y con eslóganes más bonitos», sentencia el analista.

¿Cadáver político?

Hasta que hubo un punto de inflexión y las loas se enlodaron. Fue llegar el mes de junio, y la cosa se empezó a torcer. Biden le dio un hierro ardiente a Harris: le encargó gestionar la crisis migratoria de la frontera sur, para lo cual Harris emprendió una gira. Una vez en Guatemala y ya con el pie en el estribo, se dio un auténtico tiro en el pie: «No vengan», le dijo a los migrantes. Y para peor, antes de arrancar esa gira había declarado a la NBC que había estado en la frontera con México, algo que la periodista de ese medio desmintió, a lo que Harris contestó con altivez y sin reconocer su mentira y su error: «Tampoco he estado en Europa».

Llegó un segundo round para ver si Harris lograba superar la cuenta hasta 10. Y así lo describían los periódicos. «Kamala Harris inicia una gira por el sudeste asiático en plena crisis afgana». Entonces Harris lanzó un globo sonda, y desde Pekín lo derribaron. «Tensión entre Estados Unidos y China tras las acusaciones de ‘intimidación’ de Kamala Harris durante su gira por Asia». Para más INRI, otro titular embarraba más la cancha: «El viaje de Kamala Harris a Asia debilita más a la Administración Biden».

La bola se fue haciendo cada vez más grande, y el alud se llevaba por delante a Harris. Todo empezó a ir a peor, por si ya no iba mal. En noviembre, un medio afirmaba que «Kamala Harris tienen un problema de popularidad», mientras otro se preguntaba: «¿Dónde está y qué hace Kamala Harris mientras Biden casi no da abasto?»

Entonces, desde Presidencia quebraban una lanza por ella. «La Casa Blanca sale al paso de los rumores que hablan de una Kamala Harris «descentrada» y a la que dan «por perdida». Pero entonces, ese mismo mes de noviembre, otro periódico se reiteraba una pregunta: «¿Dónde está Kamala Harris?

Entonces llegó diciembre, y como a perro flaco todo son pulgas, el New York Post publicaba un reportaje con una grave denuncia contra Kamala Harris de parte de gente que meses antes había estado a su servicio en la Casa Blanca. El título fue lapidario: «Kamala Harris descrita como una jefa «matona» y «destructora de almas».

Un reportaje que era aderezado con otro reportaje, un par de semanas más tarde que publicó el medio español ABC: «El hundimiento de la vicepresidenta Kamala Harris». La publicación aludía a que «en menos de un año, un 41% de los votantes tienen una opinión favorable de ella, frente al 52% que le suspende [reprueba]»

«Esta información muestra que los ricos y los malos pueden ser, no sólo de derechas, sino también de izquierdas. Se están difundiendo en redes sociales y medios de comunicación, una personalidad real de Kamala Harris más cercana a ciertas élites burguesas, que a lo que necesita la población norteamericana», advierte el Dr. Sergio Fernández Riquelme.

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