Especulación al rojo vivo: cómo hacerse ricos con la vacuna… aunque ella no exista

Por Patricia Lee Wynne

La pandemia ha desatado una fiebre del oro detrás de la vacuna y de los tratamientos para prevenir y curar la enfermedad, pero aún sin conocerse la eficacia de los mismos, las grandes multinacionales farmacéuticas han recibido enormes sumas de dinero estatal y han visto dispararse el precio de las acciones, con la obtención de fabulosas ganancias.

«El Gobierno federal está invirtiendo miles de millones de dólares en el desarrollo de vacunas y tratamientos contra el COVID-19 y con pocas garantías de que estas medicinas puedan llegar a estar disponibles para los millones de personas que las necesitan», denuncia la organización sin fines de lucro Lower Drug Prices Now, que aboga por bajar los precios de los medicamentos en Estados Unidos.

En su informe Cómo están usando las farmacéuticas los subsidios gubernamentales y los resultados de las pruebas para aumentar el precio de sus acciones y obtener ganancias sin la vacuna, la ONG presenta cifras escandalosas. 

Según el estudio, de enero a agosto de este año, el valor de mercado de las ocho empresas biotécnicas en el índice S&P500 creció en 13.000 millones de dólares desde que el presidente de EEUU, Donald Trump, declaró el estado de emergencia a mediados de marzo hasta mediados de mayo. De esa forma, el valor de estas empresas superó los 600.000 millones de dólares.

En ese mismo periodo, solo tres de estas empresas —Moderna, Inovio y Vaxart— ganaron por lo menos 270 millones de dólares en ventas de acciones. «Algunas corporaciones están haciendo enormes ganancias con los saltos temporales en el valor de las acciones que les ofrecen una recompensa a corto plazo, aunque la vacuna no  termine materializándose», dice el texto.

Hasta ahora el Gobierno ha entregado 19.800 millones de dólares por contratación directa, sin competencia ni concursos ni condiciones. Esto les ha permitido a Big Pharma, como se conoce al sector farmacéutico, aumentar colosalmente su valor, lo cual se ha visto facilitado por la presencia de exejecutivos del sector en el entorno de la Administración Trump.  

Las noticias de prensa que anuncian supuestos nuevos tratamientos o posibles avances en las vacunas contribuyen a este salto de las acciones, aun cuando las conclusiones clínicas no sean respaldadas después por científicos y médicos o aun si las compañías no tienen éxito.

La burbuja de la vacuna

Los estudios para buscar vacunas y nuevos tratamientos, que es la parte más costosa del ciclo, son en su mayoría financiados con dinero público o realizados por universidades que llevan a cabo el grueso de la investigación.

De esta manera, aún cuando las vacunas no resulten viables o los tratamientos no sean exitosos, las grandes multinacionales no asumirán ninguna pérdida. Por el contrario, se habrán beneficiado con el salto del valor de sus acciones y la enorme publicidad que han recibido.

«La inversión del dinero de los contribuyentes en vacunas y tratamientos para el COVID-19 no debería ser utilizada por especuladores privados. Sería distinto si esto fuera financiado con dinero de los inversores, pero las multinacionales farmacéuticas obtienen su capital de riesgo para innovación e investigación fundamentalmente de fondos públicos», señalan los autores del informe.

La Operación Warp Speed

El programa de Trump para acelerar el desarrollo de la vacuna, llamado Operación Warp Speed (Velocidad de la Luz, en español), ha asignado ya 19.800 millones de dólares a través de contratos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) y de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Biomédica (BARDA). 

De acuerdo con datos del órgano que revisa las cuentas del Gobierno recogidos en el informe, 53% de estos contratos no fueron otorgados de manera competitiva, es decir, mediante concurso o licitación, sino como adjudicación directa.

¿Quiénes son los principales beneficiarios de BARDA?

Las ocho empresas listadas abajo han sido seleccionadas como las que tienen más posibilidades de desarrollar la vacuna contra COVID-19. Sin embargo, según el informe de Lower Drug Prices Now, dos de ellas nunca hicieron una vacuna antes, y Moderna nunca produjo una medicación.

Sanofi/GlaxoSmithKline (GSK): 2.340 millones de dólares.

  • Pfizer: 1.900 millones de dólares para producir 100 millones de dosis de vacuna mRNA.
  • Novavax: 1.600 millones de dólares para vacunas.
  • AstraZeneca: 1.200 millones de dólares por 1000 millones de dosis de vacuna.
  • Johnson&Johnson: 456 millones de dólares para vacunas.
  • Moderna: 96 millones de dólares en tres aportes distintos para desarrollar vacunas mRNA.
  • Merck: 38 millones de dólares.

Además, corporaciones como Astrazeneca y Janssen (Johnson&Johnson) también están recibiendo más de 1.000 millones de dólares en fondos impositivos para desarrollar otras medicinas contra el covid-19.

No importa la vacuna, sino el disparo de las acciones

Las vacunas, que eran la niña fea de los monopolios farmacéuticos ya que daban pocas ganancias y eran para países pobres, se han convertido así en una preciada commodity, pues les están permitiendo un aumento de la capitalización de sus empresas y una fabulosa ganancia para sus ejecutivos.

El índice NASDAQ Biotech Index, que mide a las empresas biotecnológicas, creció 20% este año, mientras que el índice S&P500 que incluye a todo tipo de empresas solo creció 0,4%.

De cómo las noticias valen oro

La Administración Trump ha sido un factor clave para alentar la especulación financiera, en gran medida gracias a los anuncios de infusiones masivas de dinero de los contribuyentes a través de la Operación Warp Speed.

Hasta los informes noticiosos sobre desarrollos médicos hacen subir las acciones, aún si el contenido de esos anuncios no es conclusivo ni documentado ni demostrado posteriormente.

El caso de la hidroxicloroquina fue emblemático: en EEUU se venden al año 5,6 millones de prescripciones de este medicamento para el lupus y otras enfermedades. Desde que Trump anunció que tomaba hidroxicloroquina, las prescripciones saltaron 46 veces, aunque la droga no había sido aprobada como tratamiento para COVID-19.

Pero a pesar de que los estudios sobre su eficacia fueron muy cuestionados, importantes contribuyentes del Partido Republicano se beneficiaron ampliamente:

  • Ken Fischer, gran accionista de Sanofi.
  • Joe Pizza, proveedor de sulfato de hidroxicloroquina.
  • Bernard Marcus, de Job Creators Network, que lanzó una campaña a favor del medicamento. El grupo es financiado por PhRMA, el lobby de la industria, que incluye empresas como Teva y Mylan que proveen hidroxicloroquina. Las acciones de Mylan subieron 6% desde marzo y las de Teva saltaron 13% después de anunciar que iba a producir 6 millones de dosis por pedido del Gobierno.
  • En julio, el Gobierno Trump anunció un préstamo a la empresa de fotografía Kodak para fabricar hidroxicloroquina llevando a la compañía, que estaba en quiebra a aumentar 300% el valor de sus acciones.

Ganancias antes que ciencia

Moderna: la empresa beneficiada por el Gobierno nunca produjo ninguna vacuna ni medicamento. Su tecnología, basada en la respuesta inmune al mNRA, llevó a una compañía totalmente desconocida a estar en todos los diarios. A mediados de abril Moderna recibió más de 400 millones de dólares para desarrollar su vacuna.

El precio de las acciones subió 15,4%, y desde entonces, sus acciones no paran de crecer. El 26 de julio el Gobierno otorgó otros 483 millones de dólares a Moderna y su valor en bolsa saltó a 76 dólares, habiendo empezado el año en 19,61 dólares.

Novavax: recibió 1.600 millones para producir 100 millones de dosis de la vacuna, pero durante sus 33 años de existencia nunca desarrolló una vacuna exitosa.  Las acciones de Novavax subieron 2.300% este año, pasando de 4,49 dólares a 139,90 el 20 de julio.

Eso sí, Novavax tiene muy buenas conexiones: la agencia estatal BARDA era dirigida por dos exejecutivos de Novavax.

¿Quiénes ganan con la vacuna?

La remuneración de los CEO de las grandes multinacionales y firmas se compone, en una parte minoritaria por el salario fijo, pero fundamentalmente de acciones de sus respectivas empresas. 

Gracias al otorgamiento de fondos del Gobierno o de convenientes gacetillas de prensa sobre algún avance científico, aún si la droga nunca sale al mercado, los ejecutivos en cuestión alimentan el precio de las acciones para luego vender esas mismas acciones, en lo que parece ser una «manipulación de mercado«, alerta el informe.

  • Moderna 

De enero a agosto, sus ejecutivos ganaron 250 millones de dólares con la venta de acciones de la empresa. El fondo Flagship Pioneering, el mayor accionista de Moderna, propiedad de su fundador, Noubar  Afeyan, vendió 69,5 millones de dólares en acciones.  

Desde enero, el CEO de Moderna, Stephane Bancel, vendió más de 21 millones de dólares en acciones y, el Jefe Médico Tal Zaks ganó 35 millones. Desde mayo, el CFO Lawrence Kim vendió más de 13,5 millones de dólares.

Lo sorprendente es que Zaks parece estar liquidando sus acciones. “Es preocupante que un ejecutivo de una compañía que acaba de recibir más de 1.000 millones de dólares de dinero de los contribuyentes, esté saliendo de sus acciones rápidamente”, comenta el informe.

  • Inovio (INO)

Así como Moderna, INO nunca introdujo una vacuna al mercado, pero sus accionistas ya se llenaron los bolsillos. 

De marzo a julio, el CEO y el Jefe Científico ganaron 3,4 millones de dólares de la venta de acciones. Aunque Inovio no está en la lista de beneficiarios de Warp Speed, su CEO informó a la prensa que su empresa podría hacer una vacuna en tres horas después de reunirse con Trump. 

Las acciones subieron 220%. Días después los ejecutivos de Inovia salieron a vender todas sus acciones. Gracias a convenientes comunicados de prensa, las acciones de Inovio subieron un 900% en pocos meses.

En total, en 2017, 28 ejecutivos farmacéuticos del top 500 recibieron más de 41 millones de dólares en compensaciones, de las cuales un 83% se basó en los ingresos por sus acciones de la empresa.

  • Pfizer

El CEO de Pfizer, Albert Bourla, tiene 443.581 acciones. Con una ganancia de 3,68 dólares en cada acción este año, Bourla ganó más de 1,6 millones de dólares personalmente. Todos los directores de Pfizer tienen 6.564.457 de acciones y se embolsaron 24,1 millones de dólares.

  • AstraZeneca (AZN)

Sus acciones subieron 9,41 dólares. El CEO, Pascal Soriot, ganó más de 3,6 millones de dólares personalmente, y los oficiales y directores ganaron por lo menos 5,3 millones.

Lo más preocupante son las conexiones de estas empresas con la Administración Trump: Moncef Slaoui, director de la Operación Warp Speed, tenía hasta hace poco 10 millones de dólares de acciones en Moderna y, en solo unas semanas, vio aumentar su valor en 2 millones de dólares. Sigue manteniendo una cifra desconocida de acciones en otras corporaciones, incluyendo GlaxoSmithKline, su anterior empleo, que recibió más de 1.000 millones de dólares en fondos estatales.

Especular, especular, especular

Otra práctica generalizada es que las grandes farmacéuticas, en lugar de invertir en investigaciones científicas, suelen reinvertir sus ganancias para recomprar sus propias acciones. De esta manera, aumentan su valor en el mercado y los sueldos de sus ejecutivos en forma de acciones, suben por el ascensor. Además, son ellos los que deciden las recompras.

En 2018, las farmacéuticas recompraron 69.100 millones de dólares de sus propias acciones y gastaron 4.000 millones de dólares más en estos negocios que en investigación y desarrollo.

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