¿Es cierto que “to e to y na e na”?

Por Juan Bolívar Díaz

Al escribir este artículo, miércoles 19, estamos en el quinto día desde que los técnicos de la Junta Central Electoral (JCE) descubrieron el sábado que los equipos electrónicos que se emplearían al día siguiente en las elecciones municipales estaban registrando serias dificultades. Fueron tantas que durante todo el día y parte de la noche no se pudieron solucionar, con las muy graves consecuencias del aborto de los comicios al día siguiente.

Las primeras alarmas públicas la dieron la misma noche, dirigentes de la oposición política, que supieron de las incursiones de los técnicos en cientos de computadoras ya entregadas a los colegios electorales, sin que la JCE observara la procedencia de notificarlo a los delegados técnicos de los partidos y a los observadores nacionales e internacionales. Un grave fallo.

Otro fallo más grave aún es que la JCE haya dejado pasar tanto tiempo sin decir a la sociedad dominicana siquiera el origen del fracaso electrónico, si fue por factores internos, de programación o ejecución, o si como casi todos los partidos han denunciado se produjo un sabotaje o expresa alteración con fines fraudulentos.

Es inconcebible que a estas alturas los técnicos no hayan podido establecer, por lo menos, qué impidió el funcionamiento de la tecnología, a reservas de la auditoría de una institución de credibilidad para establecer todos los alcances del fallo, lo que se anunció ayer que se había solicitado a la OEA y el IFES.

Da la impresión de que en la JCE y en el Gobierno no se han enterado de la gravedad de la situación, que ha sumido al país en una crisis política e institucional de repercusiones dañinas en el exterior y que amerita una urgente reparación, renovando vigencia al terrible predicamento de que en este país “to e to y na e na”.

Para comenzar hay que despejar interrogantes. Si el daño fue programático o de ejecución técnica, no conllevaría responsabilidades criminales. Pero si fue por sabotaje o fraudulento, estaríamos ante el peor escenario,

Al no haberse admitido responsabilidad interna, que es más fácil de establecer, se ha incentivado la desconfianza y validado las denuncias de fraude que iniciaron dirigentes opositores la misma noche del sábado. El propio partido de gobierno y sus aliados en comunicado del domingo, proclamaron “lo que ha ocurrido hoy es un sabotaje”, relacionándolo a “diferentes sectores de la oposición”, que han trabajado para “hacer fracasar estas elecciones, como así ha sido”.

En tales circunstancias es iluso pretender que basta con volver a convocar las elecciones. Todos los sectores aceptan la nueva fecha del 15 de marzo, pero para rescatar su credibilidad, la JCE tiene que decir lo que ocurrió, aunque no conozca los responsables en caso del sabotaje. Si fue interno, implicaría por lo menos alguna renuncia o sustitución.

En cualquier caso, la confianza está severamente dañada y la ciudadanía justamente indignada, coincidiendo con los reclamos de garantías de los opositores, para que el proceso culmine con equidad, transparencia y libertad de elección.

Al presidente Danilo Medina le corresponde una responsabilidad mayor, por ser el Jefe del Estado, aunque en los últimos tiempos haya subordinado esa condición a la de dirigente de campaña electoral. Al nivel de la crisis, y con la presión del tiempo, no basta su exhortación a la cordura y a una investigación de largo alcance. Es necesario un diálogo directo y fructífero, del que salgan unos comisionados para proponer garantías y reforzar la JCE, zarandeada por todos los sectores y la ciudadanía.

No está de más hoy terminar renovando el llamado que hiciéramos el 12 de diciembre pasado en este mismo espacio bajo el título “A los amigos de Danilo Medina”, a los verdaderos y que pueden percibir el sonido del viento, que concluía así: Ayuden a Danilo, no lo mareen reiterándole que el poder lo puede todo, porque ya en julio pasado se demostró lo contrario! No puede buscarse una derrota como la que le espera si persiste en meterse con todo el gobierno en la campaña electoral. Todavía está a tiempo de dejar un legado democrático, con algunas realizaciones positivas.

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