Colapsa el sistema de salud de España ante crisis del Covid-19

Recortes al presupuesto hacen estragos

Armando G. Tejeda, periódico La Jornada

Madrid. España vivía convencida de que su Sistema Nacional de Salud (SNS) era fuerte, eficiente y de excelente calidad. Una idea, además, confirmada por informes internacionales que lo situaban entre los 10 mejores del mundo. Sin embargo, la pandemia del Covid-19, que ha atacado con ferocidad en este país, puso en evidencia las profundas carencias acumuladas en la sanidad pública, sobre todo tras los recortes por la crisis económica de 2008, la precarización de los salarios y los contratos del personal sanitario, ahora convertidos en héroes anónimos.

En estos días ver largas filas en cualquier área de atención pública en un hospital es lo habitual. También es común ver el nerviosismo y el cansancio en los profesionales de la salud frente a la desesperación de pacientes y familiares que sufren con impotencia su situación.

El problema se agrava sobre todo en los centros de atención primaria, donde resulta prácticamente imposible conseguir una cita antes de dos o tres meses, y donde el agotamiento de sus trabajadores se traduce en frustración y en datos globales que confirman que algo ha fallado: en España han muerto, según cifras oficiales, más de 32 mil personas –las extraoficiales elevan este número a más de 53 mil–, en total se han registrado más de 780 mil infectados, de los cuales se han aliviado 150 mil.

Los informes de organismos internacionales o publicaciones especializadas, como The Lancet o la Universidad Johns Hopkins, sitúan a España entre los países que peor han gestionado la crisis de la pandemia, a pesar de que cuenta con un sistema de salud pública universal y gratuito, además de profesionales bien preparados, que muchas veces emigran por los bajos salarios que reciben en comparación con otros países europeos.

El sistema sanitario español cuenta con 13 mil centros de atención primaria, 10 mil consultorios, 2 mil puntos de atención de urgencia extrahospitalaria, 466 hospitales, 112 mil camas, 18 mil puestos de hospital de día, 281 centros, servicios y unidades de referencia y 44 hospitales autorizados con unidad de trasplantes. Todo ello es atendido por un ejército de profesionales sanitarios integrado por 147 mil médicos, 182 mil enfermeros y 317 mil empleados de atención primaria. Es decir, más de 650 mil trabajadores de salud, a los que habría que sumar los de áreas administrativas y de seguridad.

El sistema exige recursos públicos por más de 75 mil millones de euros, lo que representa alrededor de 6.3 por ciento del producto interno bruto, cifra que si se compara con los países punteros en la materia de la Unión Europea (UE), es baja; en Alemania, Francia o Suecia es superior a 9 por ciento del PIB.

Gasto sanitario cae 13%

El gasto sanitario público en España se desplomó durante la crisis de 2008: en términos reales cayó 13 por ciento entre 2009 y 2013. Después de 2014 hubo cierta recuperación, pero todavía el gasto público sanitario total y por persona en 2018, últimos datos disponibles de la OCDE, era inferior al de 2009, explicó a La Jornada Félix Lobo, catedrático emérito de la Universidad Carlos III de Madrid y director de Economía y Políticas de Salud.

Estos recortes, aplicados sobre todo durante los gobiernos del socialista José Luis Rodríguez Zapatero y el derechista Mariano Rajoy, tuvieron una incidencia directa en la capacidad de atención. Por ejemplo, por primera vez en décadas España registró cifras inferiores a la media europea en la ratio de enfermeras por cada mil habitantes (que fue de 5.7) o del número de camas hospitalarias por cada cien mil habitantes, que fue de 297 frente a las 541 de la media en la UE.

La falta de presupuesto dio un golpe a la línea de flotación del sistema, y con el estallido de la pandemia del Covid-19 provocaron que afloraran otras carencias o problemas estructurales como la precarización de los salarios de médicos y enfermeros, las plantillas insuficientes en los centros sanitarios, la falta de material ya sea básico o especializado para este tipo de crisis (desde cubrebocas hasta respiradores artificiales).

Lobo añadió que en una pandemia así, ni el sistema sanitario mejor dotado puede hacer frente a la avalancha si no se han contenido los contagios antes. Es más importante el grado de preparación y despliegue rápido de las armas de la salud pública que se tengan planificadas y dispuestas para cuando llega la ola de contagios; el blindaje de los profesionales sanitarios y otros aspectos esenciales; la detección temprana mediante pruebas y el aislamiento eficaz de los grupos vulnerables, como las residencias de ancianos y las personas con discapacidad.

La vocera de Médicos del Mundo, Eva Aguilera, sostuvo que tras el golpe que sufrió la sanidad pública española en la crisis, una situación como ésta la pone a prueba más allá del límite. El sistema sanitario siempre ha tenido insuficiencia de recursos, pero en una crisis así estas carencias resultan letales.

De hecho, este problema ya se advirtió en el último informe sobre personal sanitario elaborado por la Comisión Europea, que advirtió que en España parte importante de los profesionales de la salud tienen contratos temporales, lo que aumenta la tasa de rotación del personal; además, hay una inquietud creciente sobre la escasez de enfermeras y médicos familiares, ya que muchos se aproximan a la edad de jubilación.

España enfrenta ahora lo que expertos denominan la segunda ola del virus, al registrar los peores datos de contagio y mortandad de la UE, si bien se advierte que esta vez las consecuencias en la salud pública podrían ser incluso peores, sobre todo porque los profesionales sanitarios están exhaustos y superados y los recursos de los hospitales y centros de atención primera están al límite.

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