Breve historia de la banca que compró una democracia

Jesús Antonio Fernández

Algunos que saltan un poco al ofender a una corona pueden entrar en prisión ya que ésta se siente ofendida, pero los demás no nos tenemos que sentir ofendidos y ni siquiera preocupados por los devaneos y locuras de la misma.

La tercera ola de insolidaridad continúa por todas partes y nadie se pone en la piel del otro ni le pregunta siquiera qué le ocurre, no vaya a ser que le diga que está mal y el otro se sienta en la tesitura de ayudarle.

La situación de incomunicación es perfecta. El Covid es una buena excusa para que la sanidad continúe su senda de privatización y acabe como un gran negocio lucrativo del que ya empieza a beneficiar muchos capitales.

En muchos lugares del mundo se ha declarado una nueva «Guerra Fría del Coronavirus», ya sin misiles o armas nucleares apuntando pero con otro tipo de estrategias entre los continentes unos dominadores y otros dominados.

Sudamérica vive con constituciones del siglo XIX que impide representarse como estados soberanos. Ya nadie vota por un futuro sino los pocos que votan son por miedo.

Solo les preocupa su pellejo y por eso votan porque el sistema está agotado y ya nadie cree en nada ni en nadie. En La India el campesinado se manifiesta en contra de leyes que solo protegen a los grandes y dejan el campo del pequeño y mediano agricultor al borde del desastre.

Las reformas, si se puede llamar así políticas, son tibias y no solucionan hoy nada, estamos hablando de una crisis interna muy fuerte en el ser humano que solo lo puede cambiar él mismo desde dentro hacia afuera.

Crear una nueva sociedad donde el propósito sea el otro, si el otro se salva yo también me salvaré.

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