¿Adónde conduce la política antiiraní de Trump?

La Administración estadounidense está intensificando su política antiiraní. Varios politólogos entrevistados por Sputnik analizan hasta qué punto puede llegar la Casa Blanca en su oposición a la República Islámica de Irán.

«La primera y principal queja del nuevo Gabinete va dirigida no tanto hacia Irán, sino contra la Administración Obama por haber alcanzado un acuerdo nuclear», comentó a Sputnik el orientalista Vladímir Sazhin.

¿Podría Washington salir del acuerdo nuclear?

¨El Plan de Acción Conjunto y Completo es un acuerdo internacional celebrado dentro del derecho internacional con la participación del Consejo de Seguridad de la ONU. No es fácil revisar este acuerdo adoptado multilateralmente, ni tampoco es posible cambiar su esencia», explicó a la agencia Kazem Sajjadpour, presidente del Instituto de Estudios políticos e internacionales de Irán.

Teniendo en cuenta que es un acuerdo internacional, resulta que el presidente de EEUU, Donald Trump, carece de potestad para anularlo. Mientras tanto, salir del acuerdo de manera unilateral sería demasiado arriesgado, puesto que esta medida afectaría a la imagen de EEUU en todo el mundo, incluyendo a sus aliados en Europa. Casi todos los países de la UE están interesados en desarrollar relaciones comerciales y económicas con Irán.

Las acusaciones contra Irán

No obstante, Trump podría desacelerar el proceso del cumplimiento del acuerdo.

La propaganda contra Irán proveniente de Washington se mantendrá en el mismo nivel de intensidad, puesto que Trump tiene otros pretextos para acusar al país persa. Por ejemplo, el programa de misiles iraní. Una vez celebrado el acuerdo nuclear y aprobada la resolución 2231 por parte de la ONU, las pruebas de misiles de Irán se convirtieron en un motivo para que los estadounidenses acusaran a los iraníes de violar los documentos.

Sin embargo, formalmente, no hubo violaciones por parte de Irán. El Plan de Acción Conjunto y Completo no contiene información sobre la prohibición de las pruebas de misiles, mientras que la resolución 2231 solamente insta al país persa a abstenerse de los desarrollos de misiles.

Al mismo tiempo, cabe mencionar que, pese a que el programa de misiles iraní no viola las normas jurídicas internacionales, el aumento del potencial de misiles en una región como Oriente Próximo no favorece la estabilidad regional ni global.

No obstante, el programa de misiles de Irán puede ser sometido a discusión solamente en el formato de unas negociaciones internacionales con la participación de Irán y la aprobación de la ONU.

Otra acusación contra Irán por parte de Estados Unidos es el apoyo al terrorismo internacional por parte de Teherán. El país norteamericano se refiere al patrocinio de Hizbulá y Hamás, organizaciones reconocidas como terroristas en muchos países.

Teherán rechaza las acusaciones de apoyar el terrorismo. Desde la aparición de Irán en 1979, el país persa apoya a todas las fuerzas, especialmente las chiíes, que luchan contra el «régimen sionista» (Israel) y actúan en toda la región de Oriente Próximo en el interés del Irán chií. Teherán lo califica como una lucha justa de los oprimidos contra los opresores, y también como una lucha de liberación nacional.

Otra carta de Washington en su juego antiiraní son los derechos humanos. Naturalmente, la interpretación de este asunto en el mundo musulmán es diferente a la que se hace en Europa y EEUU.

Además, las organizaciones internacionales de derechos humanos someten a una dura crítica la pena de muerte en Irán. El país persa ocupa el segundo lugar en el mundo después de China en número de condenas a muerte.

Los críticos extranjeros aprovechan este tema para introducir sanciones contra Irán, aunque la libertad y los derechos humanos en el país persa son mucho más amplios que en Arabia Saudí u otras monarquías.

¿Hasta qué punto puede llegar Trump en su política contra Irán?

Parece que la Casa Blanca todavía no se ha formado un concepto definitivo y claro de su política hacia Irán. Pero no cabe duda de que será una línea dura que, posiblemente, implique nuevas sanciones.

Es dudoso, no obstante, que estas medidas restrictivas sean tan duras como las sanciones de 2012 y 2016.

En la situación actual en Oriente Próximo, una solución militar «al problema iraní» es imposible incluso en el contexto de un empeoramiento de las relaciones entre EEUU e Irán.

Mientras tanto, Teherán mantiene la calma. El ministro de Exteriores de Irán, Mohamad Yavad Zarif, calificó las recientes declaraciones de los funcionarios del Gobierno de EEUU como una «retórica repetitiva e inútil» y una política antiiraní bien pensada, basada en la iranofobia y en la incomprensión de la situación en la región.

Esta política de la Casa Blanca podría fomentar el ambiente antiestadounidense en la República Islámica de Irán y fortalecer la posición de los conservadores iraníes en vísperas de las elecciones presidenciales en el país, que tendrán lugar el 19 de mayo.

Tanto los miembros radicales de la Administración Trump como los conservadores iraníes critican el Plan de Acción Conjunto y Completo. Es decir, el mandatario de EEUU y su equipo juegan a favor de los opositores al presidente iraní liberal, Hasán Rohani, lo que podría alterar los resultados de las elecciones y devolver a Irán a la época de severa confrontación con Occidente y gran parte del mundo.

Además, la política antiiraní y la posible llegada de un presidente radical-conservador podrían provocar la salida del propio Irán del acuerdo nuclear, lo que implicaría la reanudación e intensificación del programa atómico con unas consecuencias catastróficas impredecibles.

 

 

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